jueves, diciembre 01, 2011

Siguiendo las huellas de Cristo se hace camino


Por el Rev. José Eugenio Hoyos


Que ojala cada semana cuando encendamos la velita de la Corona de Adviento sea una gran oportunidad para dar gracias a Dios por la Iglesia, por nuestras creencias, por el poder de la oración, por la familia, por la vida etc… pero también que sea una oportunidad para que nuestras oraciones traigan paz al mundo, prosperidad, amor, sanación de recuerdos y que no haya más hambre ni maltrato infantil en el mundo.

La experiencia espiritual nos da que solo vencemos cuando sembramos afecto, cariño, bondad, amabilidad, desprendimiento, pues son estas los resultados más hermosos de la luz de cada velita de la Corona de Adviento. En tiempo de preparación para recibir a Jesús se debe respirar en cada hogar el regalo del amor y de la paz. Pues el amor es la fuerza que todo lo puede lograr, hasta el cambio del infierno al cielo, del odio a la persona, del llanto al gozo, del egoísmo al compartir, de la indiferencia a la solidaridad, del aislamiento a la comunidad, del encerramiento a la apertura, de la desesperación a la paz, de la agresividad a la mansedumbre, de la tormenta a la calma, de la penumbra a la luz. Y de esa forma veremos la vida diferente, se nos llenaran los ojos de sol, en el cielo la luna se alegrara y todo tendrá distinto color.

Cuando amas desde lo más profundo de tu corazón sientes y adquieres una paz extraordinaria, capaz de soportar afrentas sin devolver el insulto, como Cristo en la cruz; capaz de soportar hasta la perdida de tu vida con tal de no ser infiel al amado. Los que presenciaron la muerte de Jesús clavado en la cruz, allí en el Gólgota, no pudieron esconder su asombro al exclamar: “verdaderamente este será el Hijo de Dios”.

Como tú, ni yo podemos ahora esconder nuestro asombro ante la actitud anti solidaria y antisocial con los que se quedan atrás en este mundo o los que sufren miserias en el tiempo de la Navidad, porque el verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es. Por el camino de la vida nos vamos dando cuenta de que no hay sino un camino y el verdadero camino se hacen siguiendo las huellas de Cristo.

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