jueves, noviembre 15, 2012

Dios tiene en sus manos un propósito para mi vida.

Por Rev. José Eugenio Hoyos.
Cuando voy a la Iglesia y entro en meditación y silencio y observo la figura impresionante de Cristo en la cruz, inmediatamente me doy cuenta de que en las manos de Jesús hay una gran fuerza. Que a pesar de que Cristo esta sosteniendo esa pesada cruz con sus manos heridas de allí sale un gran poder para ayudar a sostener mis manos también.
Sus manos impresionantemente se sostienen por la voluntad de Dios con el propósito de levantar a una humanidad caída y sufrida.
Da alegría y emociona pensar que Dios tiene un propósito especial y escrito con sus propias manos para cada uno de nosotros.
El plan de Dios para cada persona se va descubriendo pero poco a poco en el silencio, en la Alabanza y a través de la Oración constante se da y se descubre en el tiempo y en el momento de Dios.
Cristo nos dice: mi alimento es que haya la voluntad del que me envió y que acabe su obra (Juan 4:34).
Cuando hagamos realidad estas palabras de Jesús, entonces estaremos trabajando en la construcción del propósito destinado y en la voluntad de Dios….Esa debe ser nuestra única y verdadera pasión aquí en este mundo, cumplir su misión… No busquemos otros lugares, religiones. Creencias, en teorías científicas o en el internet; el verdadero propósito que tiene Jesús para cada uno de nosotros, busquémoslas dentro del corazón y en la manos de Jesucristo.
Cuando Jesús las abra será mucho lo que tiene para ofrecernos. Él no da gotas de misericordia, el da es torrentes de agua viva, da manantiales de Sanación, da abundancia.
Hoy en día encuentro muchas personas frustradas y sin rumbo en la vida porque todavía no se han identificado con el cuerpo de Cristo, ni han tenido una experiencia con El Espíritu Santo.
Cada persona que pertenece a la Renovación Católica Carismática y Alaba y se goza en Cristo es porque ha descubierto que forma parte del cuerpo de Cristo y que sus manos se hicieron para Alabar, Bendecir y Sanar.
Allí es donde se empieza a descubrir el propósito de Dios.

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