martes, noviembre 13, 2012

En Fresno los Carismáticos abrieron las puertas de la Fe.

Por Fidel Hurtado-Zapata.
Tres intensos días de predicación, Oración y Alabanzas  vivieron los miles de asistentes al Vigésimo Séptimo Congreso Carismático celebrado este pasado fin de semana en la hermosa ciudad de Fresno en California.
El valle de san Joaquin conocido mundialmente como la despensa agrícola en los Estados Unidos en donde sus habitantes no solo están enseñados a tener grandes cosechas en uva, frutas, vegetales o a recoger los frutos de la tierra sino  frutos espirituales que daban la impresión de vivir un derramamiento Celestial y de verdad se sintió la Unción en la Predica y en cada Alabanza.
Los predicadores encargados de compartir las enseñanzas fueron el Padre Alejandro Marca, el Padre Guillermo Campuzano y el Padre José Eugenio Hoyos.
La mayoría de los temas fueron tomados de la Encíclica del Papa Benedicto XVI “Porta Fidei” Puerta de la Fe donde se declara el año internacional de la Fe.
El Padre José Eugenio Hoyos Director de la Renovación Católica Carismática de la Diócesis de Arlington, Virginia decía: “No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta” (Mateo 5, 3,16)
Estas primeras palabras nos invitan a ponerle sal y sabor a nuestra vida de Creyentes, como representantes y lideres de este gran movimiento de la Iglesia Católica como es la Renovación Carismática.
Le ponemos sabor y pasión a nuestra Fe cuando  declaramos a nuestro Señor Jesucristo como único dueño  y señor de nuestras vidas.
El Espíritu Santo nos ha ayudado desde que participamos y vivimos por primera vez el Seminario de Vida en el Espíritu a iluminar nuestras vidas y a Sanar nuestras dolencias.
El depósito de la Fe permanece enraizado en el corazón del pueblo que Cree en Dios y que confía en Cristo, que es el único camino que nos llevara a la Salvación.
En este congreso Carismático pudimos ver y sentir una gran Unción del Espíritu Santo y una gran motivación para seguir trabajando en la construcción del Reino de los Cielos.
Definitivamente la Fe que profesamos es un don maravilloso y un regalo Divino de Dios.

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