Nuestra Iglesia Católica desde los comienzos del Éxodo
masivo de inmigrantes dentro de la historia y en la actualidad siempre ha
estado acompañado y apoyando a las familias inmigrantes.
Tanto el vaticano como la Conferencia de Obispos en los
Estados Unidos han estado bastantes activos con sus respectivas oficinas de
apoyo a los refugiados e inmigrantes. A nivel parroquial en nuestra Diócesis de
Arlington, Virginia, por ejemplo se han establecido oficinas de Justicia Social
centradas en el acompañamiento inmigrante y en ayuda y orientación para que
cada familia inmigrante forme parte de este nuevo sistema.
Las dificultades y sufrimientos de los inmigrantes sobre todo
de los indocumentados golpean nuestras conciencias de cristianos y nos invitan
a adoptar actitudes iluminadas por la fe y la Palabra de Cristo, especialmente desde
nuestra comunidad. Las Sagradas Escrituras nos llaman a ser más sensibles y dar
la bienvenida a los extranjeros, a los inmigrantes y a los enfermos (Mateo 25:
31-46).
La dignidad humana y los derechos humanos de los
inmigrantes indocumentados deben respetarse en todo momento, sea en el trabajo,
en el hogar, o en su participación comunitaria. Cada parroquia en nuestra Diócesis
de Arlington lleva meses y años preparándose, y educándose en la formación de
una nueva “cultura migratoria” antes de la marcha del 10 de abril a las 10 de
la mañana se realizara una misa Solemne por las familias inmigrantes en la
Iglesia de San Aloysius 900 N . Capital Street, Washington D.C. el celebrante será
el Obispo Francisco Gonzales y el homílista Padre Jose Eugenio Hoyos de la Diócesis
de Arlington, luego la multitud se reunirá al frente del capitolio en
Washingotn. Llego el tiempo de una reforma migratoria justa y moral.
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