Por Rev. José Eugenio Hoyos.
Cada vez más estamos viendo como cientos y cientos de
personas siguen formando parte de los grupos de Oración, los grupos Bíblicos en
el camino hacia la conversión dentro de la Iglesia Católica.
La victoria de Cristo vendrá sobre la Iglesia, los grupos de Oración,
las familias y sobre nuestras propias vidas cuando tenemos conciencia de
ganarle el juego al enemigo por medio de la unidad entre hermanos; al dejarnos
guiar por el Espíritu Santo en la Oración, la alabanza, la Adoración, el Ayuno
y la Penitencia.
Necesitamos “sembrar con buenas obras por el Espíritu” y esto
requiere una disciplina espiritual y corporal que nos haga fuertes para contrarrestar
el secularismo que se nos viene encima.
Para prepararnos a recibir la victoria y la promesa de Cristo
debemos formarnos, prepáranos para cualquier circunstancia que se nos presente
en la vida.
Debemos vibrar en el amor y hacer todo por Cristo con ÉL y en
ÉL. Es ir mas allá de lo aparente y conectarte en lo esencial; estar alerta y
despierto.
Espiritualidad es estar sometido a la fuerza del Espíritu
Santo y que con nuestras acciones se note el cambio. Desde los comienzos de la
Iglesia, los primeros cristianos fueron ungidos por el Espíritu Santo para
llegar a ser testigos de la resurrección de Cristo y de su victoria sobre la
muerte.
Cristo desea que como personas nacidas de nuevo en el Espíritu
Santo caminemos y animemos a otros a tener esta experiencia de nacer de nuevo.
Sin miedo, cantando, adorando, expresando nuestros carismas y dones.
Que subamos al escenario y vamos a las plazas a predicar un cielo nuevo y una Iglesia renovada que nos
inyecte la pasión de amar a Cristo y a nuestros hermanos.
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