Siempre lo he dicho si una persona va a asistir a una Misa de Sanación; a un retiro espiritual; a un encuentro Carismático; a una adoración Eucarística debe prepararse y ponerse la armadura de la Fe.
Pues si va solo por cumplir o por quedar bien con la persona que lo invitó o asiste lleno de dudas debe pedirle primero a Dios que le aumente la fe y estar convencido y creer que Dios si va a actuar positivamente en su vida.
El mismo Cristo nos decía tengan Fe en Dios, les aseguro que el que diga
a este cerro: levántate de ahí y tírate al mar y no dude en su corazón sino que
crea que sucederá lo que dices logrará lo que pide.
Está claro que la Fe que sana, libera y fortalece es la Fe en el poder de Dios.Cuando Oro por los enfermos yo no creo solo en mi Fe, sino en mi Dios, que ha prometido escuchar la Oración humilde, sencilla, confiada y perseverante. ¡Dios es fiel y cumple su promesa!
Creo en el poder de mi Dios; para quien todo es posible ¡Dios todo lo puede!
Pudo sanar a los paralíticos y a los leprosos; pudo devolver
la vista a los ciegos y la audición a
los sordos; pudo resucitar a los muertos y ¿no va a poder sanar a este enfermo
por quien yo estoy Orando?
¡Dios todo lo puede! Pensar lo contario seria delimitar su
poder infinito.
Esta Fe que llevamos a los retiros o Misas de Sanación no es
otra cosa que un apoyarse enteramente en Dios. Por eso justamente, nuestra Oración
para que produzca abundantes sanaciones
y liberaciones debe estar basada única y exclusivamente en el poder de Dios y
en el nombre de la sangre y las llagas de Cristo quien vive y reina siempre por
los siglos de los siglos ¡Amen!
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