viernes, octubre 24, 2014

La Gloria de Dios es el mismo Dios

Por Padre José Eugenio Hoyos
 
En cada evento, retiro o Misa de Sanación, los servidores tienen una misión especial; igualmente el predicador o el sacerdote oficiante, todo este trabajo aunque no tenga reconocimiento de los hombres, es reconocido por el mismo Dios y es para la gloria del mismo Dios.
 
Muchos servidores se desatiendan y se quedan a la mitad del camino porque no los tienen en cuenta, porque no los aplauden, porque sus ministerios no son resaltados, o porque no hay una palabra de ánimo. Se nos olvida que el salario está en el cielo y que nuestras obras por muy humildes que sean son vistas con agrado por Dios. Definitivamente  la gloria de Dios es Dios. No es algo distinto en Él.
 
Dios no busca nada distinto de sí mismo. Él lo es todo y se basta absolutamente. Dios es amor, y el ser, la esencia, del amor es darse, difundirse. Si la gloria de Dios es Dios y Dios es amor y la esencia del amor es darse, la gloria de Dios es darse. Dios brilla, se glorifica, dándose. Todo lo contrario del egoísmo.
 
Un servidor que desempeñe un servicio dentro de la Iglesia debe darse y entregarse completamente al Reino de Dios de una forma entusiasta y desinteresada. La oración y el servicio van de la mano directo al cielo.
Dios permitió que Moisés, por ejemplo, viera su gloria para que el fuera cambiado por ella. ¡A él sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesus por todas las generaciones, por los siglos de los siglos!” (Efesios 3:21).

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