Recientemente en uno de los grandes congresos Carismáticos les decía a los miles de asistentes que hay que darle gracias a Dios todos los días por habernos regalado esta gran fuente de gracia: “La Renovación Carismática” pues nos ha ayudado a valorar los carismas del Espíritu Santo y en especial los extraordinarios.
El Carismático hoy en día tiene una gran responsabilidad y un papel protagónico muy importante que es desarrollar en la nueva Evangelización.
La humildad y la perseverancia en la Oración
juegan un papel primordial para que podamos abrirnos a los muchos dones que
Cristo tiene para nosotros.
Debemos desearlos, aspirar a ellos y
disponernos a ellos ¿Cómo vamos a rechazar un regalo que viene de Dios? Después
de todo Dios lo da para la edificación de su mismo reino: “Si el Señor no
construye la casa; de nada sirve que trabajen los constructores” (Salmo 127,1).
Por Ejemplo Los ministerios de Predicación,
Sanación, Liberación e Intercesión son servicios que rendimos a los demás usando
los dones que Dios nos ha dado y prestado.
Desafortunadamente muchos servidores
ven sus ministerios como “Puestos” y han terminado enamorándose más de los
puestos y los títulos, que el dador de ellos: “Cristo Jesús”.
“Todos los días se reúnen en el
templo y en las casas parten el pan y comen juntos con alegría y sencillez de corazón.
Alaban a Dios y eran estimados por todos. Y cada día el Señor hacia crecer la
comunidad con el número de los que iba llamando a la Salvación. (Hechos 2,46)
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