Mientras Jesús realizaba prodigios,
Sanaciones y liberaciones e innumerables Milagros, los discípulos y el pueblo
que lo acompañaban estaban en Oración e intercediendo a Dios.
No somos nosotros los que sanamos,
somos canales de ese amor y de esa compasión que el mismo Cristo realiza sobre
los que piden Sanación. Él se vale de nuestra colaboración, su poder y su gran
amor actúan a través de los Ministerios de Sanación e Intersesecion. “Solo para
Dios debe ser la honra y la gloria”.
Hay que recordarles a los grupos de Oración
que el Ministerio de Sanación no desprecia la acción médica, ni científica, ni
prescinde de ella. El capítulo 38 del libro del Eclesiástico honra a la persona
y la profesión del médico, pero nos recuerda que toda Sanación proviene
directamente de Dios.
Estos Ministerios de Sanación, Intercesión
y Liberación se desempeña mejor por un equipo acompañado de formación Bíblica;
Espiritual y de acompañamiento Pastoral. Ya que en el trabajo en equipo hay un
desbordamiento de carismas y dones y se evita el peligro del orgullo, pues
nadie puede afirmar que fue el
instrumento exclusivo de Jesús.
Toda curación y Milagro se efectúa en
un ámbito de profunda Fe como aparece en el Evangelio. El Ministerio de Sanación
se ejerce por medio de la Oración de sanación.
Oramos al Padre por Cristo que
glorifique a su hijo por medio de esta Sanación. Por eso la Sanación le pertenece a Cristo.
El mejor servidor dentro del
Ministerio de Sanación será aquel que experimente más profundamente el amor de
Dios y el que esté convencido de que Cristo es el que sana.
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