En
muchas partes del mundo se escuchan millones y millones de testimonios de
personas siendo sanadas de un cáncer, de una depresión, de infertilidad de
migrañas, de problemas de columna y de innumerables enfermedades gracias a la intervención
divina y directa de Jesús.
Pero
desafortunadamente muchas personas buscan la sanación dada por Cristo a última
hora, cuando se presenta una metástasis o cuando los médicos le dicen al
paciente que ya no hay nada que hacer. Cuando los grupos de oración se reúnen
en oración bien sea en una Misa de Sanación, en una Hora Santa o en una Adoración
Eucarística inmediatamente nos damos cuenta que la oración tiene un gran poder
sanador y liberador.
Nos
dice la palabra en Isaías 57 15-18-19: “Porque el altísimo, el que vive para
siempre y cuyo nombre es santo,” dice: “Yo vivo en un lugar alto y sagrado,
pero también estoy con el humilde y afligido, y le doy ánimo y aliento. He visto
su conducta, pero lo sanare y le daré descanso y tranquilidad completa. Yo consolare
a los tristes, y divé a todos: ¡Paz a los que están lejos, y paz a los que están
cerca! ¡Yo Sanare a mi pueblo!”
La
vida de todo ser humano siempre estará sometida a todo tipo de lesiones
espirituales, psicológicas y físicas que sin lugar a dudas siempre necesitaran del
bisturí sanador de Cristo medico de médicos. Y lo que Dios quiere es que cada
uno de nosotros estemos sanos, seamos felices y libres de cualquier espíritu
mundano. Hay que confiar y creerle a Jesús y así recibimos la sanación y la liberación.
¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Y todo es posible para el que cree!
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