viernes, noviembre 06, 2015

Perfil de un Predicador Carismático Católico

Por José Eugenio Hoyos

 
Un predicador Carismático Católico debe ser testimonio de oración y adoración. Un predicador Carismático debe ser un auténtico agente de Evangelización y un testimonio vivo del Santo Evangelio. Una persona con mucha humildad y sensible a las necesidades de las personas, sea Sacerdote, religioso o laico debe destacarse por ser una persona perseverante en la oración, que frecuente los sacramentos tenga una especial devoción, a la Virgen María, al Santo Rosario y sea un adorador Eucarístico. No debe convertirse en ningún momento en un mercader ni comerciante de la palabra ofreciendo dentro de su predicación ventas de materiales a cada momento. Debe ser un motivador de conversión y de invitar a todos a tener un encuentro personal con Jesús.

En su ministerio de predicación debe promover a todo momento la cultura de pentecostés y hacer conocer la cruz Carismática símbolo de esta espiritualidad de la corriente de gracia. Su fe debe ser autentica y profunda para que inspire y pueda guiar a otros.

 
Que en cada predicación anime a las ovejas a que se de en cada grupo de oración una efusión de dones, frutos y carismas. Sea un modelo de obediencia ante la Jerarquía de la Iglesia y dócil a la doctrina Católica. Que prepare con cuidado y suficiente tiempo sus predicas y reflexiones y se deje guiar siempre por el Espíritu Santo.

San Pablo nos dice: “Mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del espíritu y del poder para que vuestra fe se fundara, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios!” (1 2, 4-5) Un predicador Carismático debe tener una intimidad espiritual con Cristo.


Los mejores predicadores no son los que más saltan y gritan, sino los que con su humildad y fe se dejan guiar por el Espíritu Santo. Todo predicador debe ser un reflejo de las bienaventuranzas y de la Misericordia de Dios. “Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la palabra con las señales que la acompañaban (Mc 16, 20)

    

    

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