Por el Rev. José E. Hoyos
Me encanta aprender de las personas de la tercera edad, verlos felices. Muchos de ellos con 80, 90 y cerca de 100 años y siempre están sonriendo. Trabajando, caminando con bastón pero caminando. Notándose en ellos que cada minuto de su vida es tan importante que lo disfrutan a plenitud. Hoy la mayoría de los que se creen "JOVENES" envidian a los viejitos, pues tienen más vitalidad, más energía y hasta rinden más en los trabajos. Nuestros viejitos verdaderamente son un tesoro eterno.
Queridos amigos a la vejez, hay que mirarla con optimismo y buen humor, como una señora de avanzada edad que se negaba a vivir en una residencia para personas mayores por que, según ella, "allá se mantiene en concierto de órgano: ¡Ay mi columna! ¡Ay mi hígado! ¡Ay mis rodillas! ¡Ay mi estomago!"
Aunque el general Charles de Gaulle diga que la vejez es un naufragio, tiene sus ventajas, según escribió alguien con humor: en los secuestros los viejos son los primeros en ser liberados. Los de la tercera edad ya no son considerados como hipocondríacos, por que sus enfermedades no son inventadas, sino que son de verdad. Las inversiones en seguros de salud empiezan a dar fruto. Las articulaciones predicen el estado del tiempo con más precisión que los expertos meteorólogos. El anciano puede revelar tranquilamente sus secretos a sus antiguos amigos por que ellos no los recordaran luego. Las neuronas descienden hasta cantidades manejables. Las personas mayores pueden estar seguras de que la ropa que compren no pasara de moda. No escondes la barriga ante nadie: ya no te importa. Los viejitos ya no necesitan lentes de aumento para ver las mujeres pues a todas las ven más jóvenes y bonitas y finalmente ya no tienes que estudiar más. ¡QUE VIVA LA VIEJENTUD!
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