Rev. José Eugenio Hoyos
Washington Hispanic
8 de Agosto de 2008
Se ha iniciado un programa que permite a los inmigrantes indocumentados a que programen su propia deportación. Esto, en respuesta a las críticas de que las expulsiones causan rupturas familiares con consecuencias traumáticas y sociales. Sería muy importante que nuestra comunidad en general tuviera jornadas masivas a través de los medios de comunicación para explicar este nuevo programa.
Se nos ha informado que se ofrecerá a los inmigrantes indocumentados prófugos, sin antecedentes penales, hasta 90 días para irse de Estados Unidos, durante los cuales podrán permanecer en libertad. Un ejemplo de esta nueva norma es la persona que no abandonó el país luego de una orden final de desalojo, deportación o exclusión por parte de un juez de inmigración.
Si no hay una verdadera educación sobre estas normas y una adecuada formación para los oficiales de inmigración, tendremos de nuevo un problema de discriminación, de equivocación, de confundir a las personas, de dejarse llevar por la apariencia física, la raza, o de atemorizar a los menores de edad cuando en las madrugadas interrumpan buscando a las personas para ser deportadas. Decenas de familias que han quedado divididas y desamparadas por las cabezas de hogar, se están convirtiendo en un gran problema social. Madres con hijos pequeños nacidos en territorio estadounidense son una muestra de la problemática que presentan las famosas y dolorosas redadas.
Todo oficial de inmigración que sea Cristiano, debe recordar que sus principios no son los de la persecución, sino el respeto a la dignidad humana, como hijo, hermano y miembro de la Iglesia de Cristo. El mundo ha sido creado por Dios, es para todos, para que compartamos. El hombre no tiene derecho de construir muros, ni de dividir al uno del otro con la excusa de las fronteras o de la seguridad nacional. Pensemos en el cielo y en la vida eterna. Todo lo que existe en la tierra es material y pasajero. Cada ser humano tiene desde luego sus derechos y por consiguiente sus deberes. San Pablo a los Romanos nos dice en el capítulo 8, versículo 35 al 37: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada?” Como dice la Escritura: Por tu causa nos arrastran continuamente a la muerte, nos tratan como ovejas destinadas al matadero. Pero no; en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó.”
Mantengámonos en oración, sobre todo para que cada derecho de los seres humanos sea respetado y que cada familia sea protegida con la Sangre de Cristo y el poder del Espíritu Santo. Inmigrantes, sean fuertes y fieles en Cristo Jesús. ¡Ánimo!
Más información: Programa de Partidas Programadas del ICE
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