Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Cuando sientas que tu vida se esta llenando de borrascas, tempestades, tormentas y grandes pesadillas, llegó entonces el momento de hacer un paro en tu vida y de dar un gran y profundo respiro. Cuando piensas que ya no tienes más fuerzas, que tu enfermedad sea un cáncer, una horrible migraña, artritis, problemas de espalda o un incomodo dolor de muela, aquiétate, entra en tu interior y en comunicación con Dios, serás capaz de esperar hasta que pase la sequía de tu vida.
Siempre puedes evitar el sufrimiento, pero no siempre puedes evadir el dolor porque es parte de la vida. El sufrimiento es mental, es dolor con desamor, por eso cuando amas de verdad tienes dolores pero no sufres. En otras palabras: ¿De que sirve renegar, hundirte en la hoguera de la frustración y la rabia? Lo único que va a sucederte es que te vas a llenar de desesperación y amargura.
Cada vez que estoy celebrando un funeral me reúno con la familia del doliente para preparar la ceremonia litúrgica y explicarle que los sentimientos que traemos de tristeza por la ausencia del ser querido hay que darlas como ofrecimiento y agradecimientos por la vida donde todos en este mundo estamos de paso. Nuestros padres, hermanos o hijos son prestados. Dios es el único dueño de nuestra existencia.
Por eso siempre me encanta recordar a las personas el libro del Eclesiastés 3, 1-8, cuando nos dice: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; un tiempo para matar, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir; un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto; un tiempo para esparcir piedras, y un tiempo para recogerlas; un tiempo para abrazarse, y un tiempo para despedirse; un tiempo para intentar, y un tiempo para desistir; un tiempo para guardar y un tiempo para desechar; un tiempo para rasgar, y un tiempo para hablar; un tiempo para amar, y un tiempo para la paz”.
Sea cual sea tu situación, hoy en realidad hay tiempo para todo pero para lo positivo y que irradie luz en el alma y en nuestras vidas. Te invito a que busques hoy una imagen con montañas y bosques donde brille el sol, ríos y mares donde brille y se refleje el sol, grandes ciudades o pequeños pueblos donde brille el sol. Filas de niños jugando en un parque o en un patio de una escuela donde este brillando el sol o el suelo y grandes carreteras mojadas por la lluvia donde ahora ya esta brillando el sol. Recuerda: Dios es como el sol, brilla y calienta para todos buenos y malos; esa es la maravilla y la generosidad de nuestro Creador, que con sus rayos del sol quiere darte nueva vida porque hoy hay tiempo para todo.
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