Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Sus hijos, motivados por los maestros en las escuelas, pedirán a para el día 31 de octubre venir vestidos con disfraces y trajes alusivos a esta celebración pagana; y por la noche muchos de estos niños(as) disfrazados de pequeñas fieritas tocarán insaciablemente los timbres y las puertas de sus casas con las voces agudas del “trick or treat” traducido como “truco o dulce” o “truco o sorpresa” y vaya la sorpresa que se llevarán los más pequeños que de verdad se convierte en una noche de horror, pues al solo ver las máscaras de los monstruos, los diablos, las caras ensangrentadas, las brujas y otros endemoniados, su noche dulce se convierte en la noche de la amargura y del terror. Amargura por el desagrado de lo feo y lo grotesco o por la indigestión de las docenas de dulces y caramelos comidos. Aquí, del color anaranjado de las mágicas y sabrosas calabazas, pasamos al día siguiente al deseado y calmante color rosado del Pepto-bismol, gran amigo de los problemas estomacales. Ese dolor de cabeza y daño de estómago es el primer síntoma del embrujo del Halloween.
Una de las leyendas dice que personas van de aldea en aldea exigiendo se les entregue una especie de pan en forma cuadrada con pasas al que llaman “torta para el alma o pasteles de difuntos”. Mientras más “tortas para el alma” recibían los solicitantes más oraciones a favor de las almas de los parientes fallecidos ellos prometían. La otra leyenda nos habla de la vista de ciertas hadas procedentes del extranjero esa noche. Con frecuencia a las hadas se les dejaba una ofrenda de leche u otro alimento en las afueras de los hogares de manera que el propietario pudiera recibir bendiciones de parte de algunas “buenas personas” el año siguiente. Brujería, superstición y hechicería son los temas predominantes en la época de Halloween; brujas y hechiceros.
La tendencia humana es tratar de ignorar estas cosas y aceptar Halloween como una inocente y normal diversión sin ningún significado real o auténtico. Pero, Halloween (“samhain”) es un ritualismo que no tiene nada de inocente. Es posible que el comercio y el bombardeo publicitario hayan embrujado y entrado hasta nuestra cultura con esta fiesta pagana. Pero algo que si podemos explicar a nuestros hijos es que ésta es una fiesta o celebración de fantasía y fuera de la realidad. Que la verdadera celebración es recordar desde ese día a nuestros verdaderos héroes como son los Santos de la Iglesia y honrar a los difuntos. Esta sería una gran herramienta para evangelizar; vista a sus hijos de Santos, de animales, de ángeles, de trajes típicos de sus países. Que la luz que colocas dentro de la calabaza, sea más bien la verdadera luz que tu prendas dentro de tu corazón para que ilumines a tu alma y a los demás, en perdón, amor y buenas obras. Las fiestas paganas y la nueva era influyen fuertemente en las mentes de nuestros niños y nuestros jóvenes. Sepámoslos dirigir por el único camino de salvación que es Cristo Jesús: Dios declaró ante Israel: “Exterminaré las hechicerías de tu mano, y no tendrás más adivinos”. (Miqueas 5:12).
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