Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Ni el hielo, ni la nieve, ni el gran frío del sábado pasado paralizaron a la cantidad de personas que se hicieron presentes en la gran Misa de Sanación en la Iglesia de San Antonio de Padua en Falls Church, Virginia. El sábado pasado cerca de 3 mil personas colmaron las instalaciones de esta inmensa Iglesia ya conocida por todos los fieles católicos y no católicos por su capacidad de albergue y por sus numerosos programas pastorales.
Hubo en esa noche nieve en cantidad para todos, testimonios que nos hicieron llorar y dar gracias a Dios por la abundancia de sanaciones, milagros, liberaciones y gozo a plenitud para los corazones sedientos de paz y reconciliación. ¡Que gran oportunidad para continuar preparándonos para la Cuaresma! Todos sentimos en la Misa un gran gozo y una inmensa paz, como los apóstoles en realidad sentimos la presencia de Dios que vino a encender nuestros corazones.
Fue impresionante ser testigo de los milagros del Señor, poder atestiguar con aquella inmensa oleada humana, ver a los enfermos caminar fuera de su sillas de rueda, venir de sus hospitales a dar testimonio de sanación y de la presencia del Señor tocando y sanando heridas, madres dando testimonios de poder tener un hijo o que sus hijos con graves dolencias ahora están sanos. Nos impresionó igualmente ver la mujer con metástasis en todo su cuerpo después de haberla visto tan frágil y tan esquelética y sin muchos meses de vida, pues eso era lo que los médicos le habían dicho, ahora en el medio de la muchedumbre daba gloria a Dios porque su cáncer detectado en todos su órganos ha ido desapareciendo lentamente y ella ha encontrado sanación a través del poder de la oración y la fuerza del Espíritu Santo y así muchas más manifestaciones de gloria, que despiertan la fe dormida de muchos incrédulos y que atrae a tantos que se fueron del verdadero hogar cristiano y han regresado con esos testimonios a la casa católica.
Una vez más la cantidad impresionante de asistentes a la Misa de Sanación, fuimos testigos de lo que dice Jesús: “impondrán las manos sobre los enfermos y sanaran” (Marcos 16-18). Seguimos en la Iglesia Católica: ¡Bendecidos y Encendidos!
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