Esta vez no sentimos ni temblores ni los famosos terremotos ya conocidos a nivel mundial ni siquiera huracanes que han azotado con furia el territorio Salvadoreño. Lo que miles y miles de personas experimentaron este fin de semana fue la fuerza incontrolable del Espíritu Santo manifestándose en milagros, sanciones y liberaciones.
El tema de la predicación era hasta en los tiempos difíciles se siente la presencia amorosa de Dios y efectivamente él que no sintió el toque del Espíritu Santo es porque estaba dormido. Empezamos nuestra maratónica misión en El Salvador en la ciudad de Zacatecoluca, departamento de La Paz. Fuimos recibidos por el Señor Obispo de la Diócesis Monseñor Elías Bolaños con un delicioso atol de elote hecho de maíz y muy nutritivo. Luego de visitar la residencia episcopal nos dirigimos al coliseo del Instituto Simeón Cañas donde nos esperaban docenas de jóvenes con camisetas alusivas al evento y donde se declaraban misioneros de Jesús, con una gran asistencia acompañados por las alabanzas del ministerio juvenil Pan de Vida.
“Escucharé lo que hablará Dios, porque hablará paz a su pueblo y a sus santos, para que no se vuelvan a la locura” (Salmo 85, 9). Aquí experimentamos que nuestra gente no está sola, que Dios ha enviado a su hijo Jesucristo a acompañar a los más pobres, a los tristes a reanimarlos, a los enfermos a devolverles la paz y a los oprimidos a liberarlos.
Las raíces de nuestra soledad son muy profundas y no se puede llegar hasta ellas con anuncios optimistas, substitutivos del amor social o del sentido de la solidaridad. Hay que llevar al pueblo de hoy respuestas y soluciones concretas y esas con las enseñanzas y la sanación de Cristo.
Zacatecoluca quedo encendido con el fuego de El Espíritu Santo -- una bella experiencia.
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