martes, junio 02, 2009

Los hombres de las muletas y de sillas de ruedas

Rev. José Eugenio Hoyos

Es muy satisfactorio dentro del ministerio de sanación que realizamos varios sacerdotes, misioneros y predicadores en que somos invitados por varios países de Latinoamérica para hablar y testimoniar del poder de Dios, por ejemplo en cada misa de sanación poder atestiguar que Cristo está vivo, que está sanando, levantando, liberando y convirtiendo a miles de personas de mucha emoción y nos sentimos reconfortados de que todo lo que estamos realizando a través de la oración y los resultados maravillosos que vemos en la imposición de manos es una prueba mas del poder de la fuerza del Espíritu Santo.


Cada vez vemos sanaciones de cáncer, tiroides, artritis, migrañas, problemas en la columna etc. pero algo que me impresiona es ver cuando personas en sillas de rueda o en muletas en medio de la oración de sanación o de imposición de manos, las dejan a un lado y paso a paso dan gloria a Dios, yo siempre he pedido perdón a Dios porque tenía mis dudas y pensé que era algo inventado o montado en algunas iglesias pentecostales o evangélicas pero ahora firmemente creo que Jesús si tiene poder con la fe puesta en Cristo sanador descubrirás en tus ilimitadas posibilidades podrás caminar por senderos que Dios pondrá ante tus pies.

Como cristianos y carismáticos comprometidos en la obra de Dios, todos estamos llamados a dejar nuestras muletas y sillas de rueda a un lado del camino para cuando pase Jesús así seremos un signo viviente de la presencia de Dios. En Lucas 17, 12-19 encontraremos el pasaje sobre los diez leprosos que fueron sanados por Jesús. El pasaje dice claramente “…y fueron sanados de camino”. No tenemos idea de cuanto tiempo estuvieron caminando pero quizá hayan sido semanas o meses. En todo caso, su curación no se dio “al instante”, por así decirlo. Ellos dejaron a Jesús y más tarde descubrieron que habían sido sanados. Hoy hay muletas de falte de fe, oración y confianza en Jesús, esas muletas hay que dejarlas a un lado y confiar y caminar con Cristo que es el camino la verdad y la vida.

Foto: Muletas de personas sanadas cerca del altar en la Basílica de Our Lady of Perpetual Help en Boston, MA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Según me parece percibir en las lecturas de La Biblia que relatan milagros de Jesús, cuando El realizaba un milagro de sanación (me viene a la memoria el del enfermo a quien deslizán dentro de la casa a través de un hueco en el techo), habia, como es de esperar, una gran conmoción, alboro y algarabia en la poblacion, las autorizades se enteraban, toda la comunidad se enteraba del hecho.
Cuando el Padre Hoyos dice o escribe: “La era de los milagros no ha terminado”, me da la impresión de que nos esta diciendo que no pensemos que aquello que hizo Jesús esta ya en el pasado y milagros de este tipo ya no se han vuelto ni se volveran a repetir por que parece ser que durante las misas de sanación, en hogares, durante peregrinajes a lugares santos, etc. se estan todavia produciendo curaciones de esta naturaleza milagrosa.
Jesús esta presente en nosotros y actua a través de nosotros, pero yo pienso que el ingrediente mas importante e imprescindible para que se produzcan curaciones (de cuerpo y alma) aparentemente asombrosas, es la fe del individuo afectado.
Me remito a esta referencia biblica para ilustrar:
Luk 8:43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada,
Luk 8:44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.
Luk 8:45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?
Luk 8:46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí.
Luk 8:47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.
Luk 8:48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.
Lo que principalmente trato de decir es deberiamos de encontrar una manera de que el conocimiento de esos sucesos no quede solamente encerrado dentro de una comunidad de fieles y unos circulos de lectores interesados en catolicismo. Si el tiempo de los milagros no ha terminado ahora, quiere decir que realmente nunca terminó. Vivimos en el mundo del raciocicio y la ciencia, pero aquello que parece escapar toda explicación cientifica y médica, debe de ser divulgado con o sin el sello del catolicismo, para que el mundo sepa que existe un potencial en el ser humano que trasciende lo meramente observable y medible.
Con Cristo se puede, pero nosotros hemos de querer y esperar con fe que vamos a recibir. Esta es la formula clave.
Hasta que no seamos capaces de abrir boquetes en nuestras duras corazas mentales (como los creyentes hicieron con el techo de la casa para meter al enfermo), para muchos de nosotros el tiempo de los milagros no habrá ni empezado aún.