jueves, julio 16, 2009

De El Salvador a Falls Church

Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
16 de julio de 2009

Nuestro tercer sacerdote de origen hispano que nos honra con su presencia y gran trabajo pastoral en el Año Mundial del Sacerdote es el ya conocido y querido Padre Mauricio Alexander Díaz Amaya (Padre Alex). Nació un 18 de octubre en la ciudad Victoria, Cabañas, en las montañas de El Salvador. Hijo de María Trinidad Díaz y Jacinto Amaya Argueta, es el segundo de tres hermanos.


Realizó sus estudios primarios y secundarios en la escuela Fermín Velasco de Sensuntepeque, ingresó al Seminario Menor Pío XII de San Vicente el 31 de enero de 1992. Luego ingresó al Seminario Mayor de Nuestra Señora del Camino para comenzar la filosofía en Guatemala y la teología en el Seminario San José de la Montaña en San Salvador, El Salvador. Fue ordenado sacerdote para la Diócesis de Zacatecoluca por el Obispo Monseñor Elías Samuel Bolaños el 25 de marzo del 2006. Colabora en la parroquia de San Felipe cuyo párroco es el Padre Kevin Walsh.

El Padre Alex, como sus feligreses lo conocen es muy activo en la comunidad; profesor del Instituto de Formación Pastoral y coordinador del programa radial Kharisma de VIVA 900AM.

El Padre Alex dice: “Los caminos de Dios son misteriosos y hasta cierto punto un poco difíciles de entender. Cada vez que medito sobre mi vocación sacerdotal, me convenzo más que es un misterio in entendible, porque lo cierto es que en mis planes de infancia no estaba el ser sacerdote sino un médico o un militar, pero nunca vestir la sotana; sólo hasta que entré en mi adolescencia me sentí intrigado a ser un Apóstol, como me lo dijo mi mamá el día que le dije que quería ser sacerdote, me dijo: ‘Serás un hombre diferente a los demás, se te exigirá más y sufrirás más, pero nunca olvides que debes ser un fiel hermano entre los hermanos’ y aun recuerdo su pregunta, ‘¿estás dispuesto a sufrir el peso de la Cruz del Apóstol por el maestro?’... Sabias palabras que después de diecisiete años de haber dejado mi hogar aun las recuerdo y se hacen realidad cada día con más fuerza”.

Me parece interesante el hecho de que los fieles conozcan a sus sacerdotes y se den cuenta de que no somos personas de pedestal, sino amigos, hermanos y que necesitamos el apoyo de los fieles a todo momento. Un sacerdote santo expande una onda de santidad, que redunda en beneficio de toda la iglesia. Un sacerdote santo pone su imaginación al servicio de la caridad, y encuentra formas nuevas para salir al paso de las nuevas pobrezas del hombre de hoy, la mayor de las cuales es la carencia de Dios.

1 comentario:

Jorge dijo...

padre alex, lo felicito, que palabras tan hermosas las que le dijo su mamá, en realidad es un duro apostalado pero tambien es para hombres grandes que se distinguen entre los demas por su sabiduria, felicitaciones padre Alex. Familia Orrego Hoyos de GInebra Valle del Cauca.