miércoles, julio 15, 2009

¿Realmente te tropezaste?

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Seria importante que en este tiempo de vacaciones de verano los jóvenes y niños estén haciendo algo productivo, que no malgasten el tiempo, hagan ejercicios, arreglen sus cuartos, lean un buen libro, escuchen buena música y que no se peguen tanto tiempo en el celular, el Internet y el televisor. Hay muchas actividades positivas donde pueden participar. Padres de familia hay que tomar la iniciativa y compartir y dialogar con ellos.

Un niño de 8 años entró en el salón de clase para hacer su examen final. El se encontraba muy nervioso, y su angustia creció tanto que sin poderse controlar se orinó en sus pantalones. Miró hacia abajo y vio como gotas caían suavemente al piso. Para su sorpresa cuando levanta su vista y ve a su profesora, nota que ella lo llama a su escritorio. ¿Cómo podría moverse sin dejar descubierta su situación?

La profesora al notar que el niño está como paralizado y no va hacia ella, lentamente viene al escritorio del niño. ¡Oh no!, piensa él. ¿Qué hacer? Ahora será avergonzado y sus compañeros se reirán de el. En ese momento una niña compañera de clase viene hacia él con una pecera y al pasar frente a el, se tropieza y derrama el agua de la pecera sobre la ropa de el, mojándole totalmente.

La maestra apresuradamente toma al niño y lo lleva al baño para ayudarlo a secarse su ropa, mientras el internamente decía: “Gracias Dios, Gracias Dios. Que gran regalo me diste”. Para ocultar aun más lo que vivió le gritó a la niña “¿No sabes donde caminas?” En el tiempo del descanso ningún niño se quiso acercar a esta niña y ella estaba sola. Todos la miraban mal por haber mojado al compañero. Cuando terminó la clase la niña iba caminando solita hacia su casa, ya que ninguno quiso estar con ella, y el niño se acercó y le preguntó: "¿Realmente te tropezaste? ¿Fue un accidente?" Y ella lo miró y le dijo: “No, yo vi lo que te pasó, vi que te orinaste y la profesora venia a ti, por eso corrí y tomé la pecera para hacer que me tropezaba… porque no quería que fueras avergonzado”.

Por eso no podrás olvidar como Dios también muchas veces ha derramado la pecera sobre ti para protegerte. ¿Qué estas haciendo tu para ayudar a los demás?

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