por el Rev. José Eugenio Hoyos
Una de las cosas más sublimes y hermosas de los seres humanos es volver a comenzar cuando se ha caído o cuando nuestros sueños se han derrumbado; cuantos años, días, horas trasnochadas y grandes esfuerzos le hemos puesto a proyectos de suma importancia y por la decisión de un grupo, una ideología o una persona se han hechado al suelo y toda se ha esfumado en un solo minuto.
Igualmente pasa en nuestra vida espiritual, caemos en los momentos en que más nos estamos acercando a Dios y disfrutando una vida plena, pero lo más importante de todo esto es saber que detrás de cada persona allí esta Cristo levantándonos y animándonos a que empecemos de nuevo.
La clave de encender esa lámpara de optimismo es no dejar que nadie apague esta luz que hay dentro de nosotros. ¿Qué mejor servicio puede ofrecer el cristiano al Reino de Dios que ser guía y portador de la llama sagrada de la paz y la esperanza? “El pueblo, que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, la luz les resplandeció” (Mateo 4, 16)
Cada momento en las calles de nuestros países, vemos como, con armas en la mano, los hermanos, se matan unos a otros. Encontramos violencia en las calles, violencia en muchos hogares. La rivalidad y los odios parecen gobernar en muchos ámbitos. Todo esto surge por la indiferencia e ignorancia ante los valores morales, por la falta de paz en el corazón de los hombres. Si los gobiernos empiezan a crear conciencia de una cultura de valores, un banco de empleo y de mas oportunidades el amor a las instituciones patrias y sagradas tendrán un mejor sentido en el diario vivir solamente a través de una verdadera y honesta inversión social consiguiéramos derrotar las Maras, la violencia y la falta de solidaridad internacional.
Pobres van a ser tus logros si pobres son tus deseos, debes cultivar grandes aspiraciones elevarte y alcanzar tus objetivos, saluda el nuevo Dios, mira el sol que brilla, respira profundo, siente el gozo de estar vivo.
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