domingo, febrero 07, 2010

Oremos por nuestros gobernantes

Por el Padre José E. Hoyos
Arlington Catholic Herald
4 de Febrero de 2010

La oración definitivamente tiene gran poder especialmente en tiempos de crisis. Si con frecuencia oramos por los enfermos, los difuntos, la paz, por las cosechas, por los matrimonios, etc., con mayor razón hay que orar por los gobernantes. Pedir con fuerza al Espíritu Santo que los ilumine, los guíe, les de inteligencia, sabiduría, y paciencia para que ellos tomen las mejores decisiones para sacar adelante un país o un proyecto donde los beneficiados sean los más necesitados y desplazados de la sociedad.

Sí, oremos por cada gobernante de nuestros países de origen, incluyendo a Barack Obama, Hugo Chávez, Álvaro Uribe, Nicolas Sarkozy, Alan García, Evo Morales, Porfirio Lobo, Mauricio Funes, Leonel Fernández, Sebastian Piñera entre otros. Pues en este tiempo de crisis la oración en equipo es de gran alivio espiritual.

La Madre Teresa de Calcuta opinaba: “Tengo la convicción de que los políticos pasan poco tiempo de rodillas. Estoy convencida de que desempeñarían mucho mejor su tarea si lo hicieran. La oración genera fe, genera amor y el amor genera servicio a los pobres. Y el servicio desinteresado hacia los pobres, hace que crezca el respeto mutuo y la paz en la sociedad.”

Además, los cristianos no debemos olvidarnos de la obligación que tenemos de orar por nuestros gobernantes, pertenezcan al partido que pertenezcan; nos resulten simpáticos o no. A fin de que, en algún momento, lleguen a experimentar la necesidad de Dios y, así. Puedan tener una experiencia profunda de su amor y sean canales de ese amor en todas las esferas de la sociedad.

Al respecto, San Pablo nos sugiere: “ante todo, recomiendo que hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias a Dios por toda la humanidad. Se debe orar por los que gobiernan y por todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agrada a Dios, nuestro salvador, pues Él quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad” (1 Tm 2,1-4).

Habrá que estar muy atentos: la tentación, la corrupción y la desesperanza, que invade muchas mentes, querrá hacernos creer que ya es de noche y que ya es tarde para revertir la situación. Pues cuando los pacíficos pierden toda esperanza, los violentos encuentran motivo para disparar. Juan Pablo II nos aconsejaría: “no te dejes vencer por el mal, sino más bien, vence el mal con el bien.”

Todos los bautizados, trabajando de modo creativo, por el bien de los demás. Los gobernantes y los políticos; quienes se desempeñan en los medios de comunicación y en el mundo del arte, los empresarios y los obreros, etc., dedicados a trabajar por el bien de todos, especialmente por quienes más sufren.

Lamentablemente, constatamos a diario, que esta preocupación por el bien del prójimo, en países llamados católicos, existe, aún, en un grado muy reducido. Hay que tener como buen católico muy en claro el orden de los valores.

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