por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
4 de marzo de 2010
Desde que empezó el Tiempo de Cuaresma los católicos hemos tomado conciencia sobre la importancia y la reconciliación o perdón de nuestros pecados. La Arquidiócesis de Washington y la Diócesis de Arlington se han unido en este hermoso tiempo espiritual litúrgico para dar la Bienvenida a todas las personas que quieran tener un encuentro personal con Cristo y Sentirse en Paz con Dios y consigo mismos a través de la confesión.
Cada miércoles de 6 a 9 de la noche los confesionarios de todas las iglesias del área metropolitana de Washington encienden las luces de los confesionarios esperando a que los feligreses, y aquellos que estaban alejados de la iglesia sean recibidos con amor, compasión y con los brazos abiertos de Cristo. El Sacramento de la Penitencia es de suma importancia en el proceso de salvación y de sanación. Para una buena confesión es importante que antes realicemos un examen de conciencia y le dediquemos unos minutos de silencio ante el santísimo.
El catecismo de la iglesia Católica nos dice en su numeral 1422: “Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones”.
Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (Mt. 1, 15), la vuelta al Padre (Lc 15-18) del que el hombre se había alejado por el pecado.
Se le denomina sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una “confesión”, reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.
Se le denomina sacramento del perdón, porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente “el perdón y la paz” (ritual de la penitencia, 46,55).
Se le denomina sacramento de la reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: “dejemos reconciliar con Dios” (2Co 5, 20) El que vive del amor misericordioso de Dios esta pronto a responder a la llamada del Señor “Ve, primero a reconciliarte con tu hermano” (Mt 5,24) “El medico espiritual, Cristo, activa de dos modos: uno, interiormente y por si mismo. Otro, a través de sus ministros, administrando externamente los sacramentos. Y de este modo actúa perfeccionando externamente lo comenzado interiormente” (Santo Tomas de Aquino, Summa Theologiae III, 68). Aprovechemos esta gran oportunidad que dan los sacramentos para vivir a plenitud y con sinceridad la cuaresma.
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