Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Siempre hemos tenido la curiosidad toda la vida de que si existen las brujas, los duendes, el demonio, los espíritus, la madre selva, la pata sola y algunos otros personajes que con solo nombrarlos causa un poco de temor. Hay muchos que viven aterrorizados y piensan dos veces antes de ir a dormir, pues viven atormentados por fantasmas imaginarios que concierten sus sueños en tremendas pesadillas. En nuestro alrededor, con nuestras amistades y familiares encontramos personas que se les nota en su rostro, un espíritu de fatalismo, pesimismo, amargura y derrota.
Seres humanos que se sienten perseguidos por su propia sombra, sus recuerdos y su pasado. Hay personas que tienen tanta imaginación negativa que podían crear películas de error y terror con tanto éxito taquillero, que llegarían a ser millonarios. Son personas heridas, llenas de amargura, con sus mentes llenas de historias inventadas y muchas heridas en su alma. Es por eso que Jesús nos dice: “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt 12, 34).
Si una persona vive siempre con sospecha de los demás, a la defensiva, con tensión emocional, súper estresado, con tensión física, dolencias varias y a toda hora con mal humor se ha convertido en su propio fantasma. Personas con estas características, suelen no conservar el trabajo por mucho tiempo, pueden cansar a sus familiares, acabar con sus matrimonios, aburrir a sus hijos etc. Si bien, el origen de estas conductas podría estar en heridas recibidas durante la niñez, por violencia, abuso o desvalorización, también puede intervenir la tentación. Es decir, una fuerza sobrenatural maligna que se vale de las heridas de las personas.
Es increíble, cuando se da en nuestras mentes un coctel de heridas, de tentaciones y de malas influencias, se pueden ver todas las cosas de un modo trastocado. El Señor que lee los pensamientos, echo en cara a unos escribas el pensar mal: Jesús, leyendo sus pensamientos, le dijo: “¿Por qué piensan mal?” (Mt 9, 4). Con esta clase de personas es necesario tener mucha paciencia y misericordia, pues son personalidades que han quedado muy afectadas por las heridas; sin embargo, suelen ir transformándose por medio del dialogo, la cariad, la contención y la influencia de amistades positivas.
Saquemos los fantasmas que hay en nuestras mentes a través de la oración, las alabanzas y el silencio ante el Santísimo. Una música agradable nos puede llenar de paz. Los fantasmas si existen pero son llevados imaginariamente a nuestras mentes y solo con el poder de Cristo nos podemos liberar.
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