Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Definitivamente he sido muy ingenuo e inocente al pensar que cuando Benedicto XVI declaro este año como el “Año Mundial del Sacerdote” las cosas iban a ser totalmente diferentes. Que íbamos a tener un año de celebraciones organizadas por diferentes grupos, etc., y para mi gran sorpresa ha sido todo lo contrario. Ha sido un año de grandes controversias y escándalos, donde la gente se olvido de mirarnos como representantes de Cristo en la tierra. Como pastores de un rebaño eclesial, como los consentidos y favoritos de María Santísima como verdaderos sacerdotes.
Por el escándalo de “algunos” hemos pagado todos. Nuestro cuello clerical cada vez, con noticias tan negativas da la sensación que nos ahorcan más y más. Hasta muchos feligreses olvidaron lo bueno y la santidad de millones de sacerdotes que han desempeñado un gran ministerio, con sufrimientos, martirios y sacrificios por la fe y la lealtad a las enseñanzas de Cristo.
Pero esta situación no nos ha desilusionado a los sacerdotes ni a los feligreses pues entendemos claramente que estamos viviendo la purificación de la Iglesia. Sonará una locura o fuera de lo normal decir que estas situaciones incomodas están ayudando a unir y fortalecer mas nuestra fe y apoyo a la Iglesia. No olvidemos que en Israel hubo pastores buenos y pastores malos, lideres de gran piedad y lideres que escandalizaron y abusaron a sus ovejas y las condujeron a la ruina espiritual.
De ahí que profetas como Jeremías y Ezequiel se dirigieran a los líderes de la nación con solemnes admonicaciones (Jer 25, 34-38; Ez 34, 1-10). Pastores buenos fueron David, Ezequias, Josias, Roboam, Acab, Acaz, Manases, Joacim. Hoy en día la lista de sacerdotes buenos seria interminable. Hoy Cristo se desvela por el porvenir de la Iglesia. Por lo tanto, también aquí es pastor en forma extraordinaria; es Princeps Pastorum, como lo llamara San Pedro (1 Ped 5, 4), es decir “Pastor de los Pastores”.
Jesús no trata a sus “sacerdotes” como a colaboradores externos, sino como amigos (Jn 15, 15): ya no los llamo servidores porque el servidor ignora lo que hace su Señor; yo los llamo amigos. El mismo San Pablo, aprendiendo de Jesús Maestro, muestra tener una gran capacidad de atención y cuidado por los pastores, lo cual lo vemos cuando aconseja a Timoteo que tome parte en los duros trabajos del Evangelio, pero que no exceda sus esfuerzos sino que lo haga según las fuerzas que Dios le de (1 Tim 1, 8).
Es por eso que en este Año Sacerdotal nuestras oraciones plegarias deben ir acompañadas con ardor y amor encomendados a la protección de la Santísima Virgen María.
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