Por el Rev. José Eugenio Hoyos
En los fracasos, el desaliento, el estrés, la enfermedad, los problemas, las crisis matrimoniales, económicas, sentimentales en el estudio, trabajo y en la vida en general encontramos muchas veces que las puertas se abren en esta ocasión y que somos lanzados al abismo, que todas las puertas se empiezan a abrir no para solucionar nuestras situaciones y que cada vez se tornan mas amplias y nadie las cierra.
Es así como muchas puertas están abiertas porque nadie las cierra, y otras están cerradas porque ninguno las abre. ¿y por que esta realidad? Sencillamente porque tu miedo al fracaso es tremendo, sin embargo, tu verdadera protección esta en las alturas, concretamente cuando tienes hambre de elevación y buenas alas.
Esta es una gran oportunidad para imitar a los Ángeles, ellos están en todas partes, sus alas sean pequeñas o extensas entran por todas las puertas y ventanas sin miedo a entrar y a salir. Pero siempre en lo alto, y además tienen la tarea de llevar nuestros problemas y situaciones difíciles a la inmensidad, pero nunca nos dejan solos.
Jesús dijo “yo soy la puerta” Juan 10:9.
Las puertas son para atravesarlas, es decir, para entrar por ellas, no para conformarse. En la mayoría de los casos, cuando nos encontramos con diferentes clases de puertas en nuestra vida, estas parecen estar totalmente cerradas, sin la más minima posibilidad de luz.
Apocalipsis dice que “…luego vio una puerta abierta en el cielo y el que me hablaba me dijo: ven sube acá y te mostrare las cosas….”.
“Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por si misma; y salidos, pasaron por una calle, y luego el ángel se aparto de el” (Hechos 12:10). Dios es quien abre puertas y ventanas en la vida y ninguno cierra y el es quien cierra y ninguno abre. Sin embargo, dio ordenes a las nubes arriba, y abrió las puertas de los cielos; (Salmo 78:23).
“Yo soy la Puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrara, y saldrá, y hallara pastos” (Apocalipsis 3:8).
Tú naciste para explorar, descubrir y perfeccionar el universo con tu vuelo y con tu imaginación; tu naciste para desarrollar un proyecto propio; tu naciste para dejar al mundo una impronta de tu capacidad y tus aciertos, y por ello no podrás permitir que las sombras y tempestades también destruyan esas puertas edificadas y cuidadas por Dios. Recuerda que en tu vida no solo hay una puerta hay millones de puertas, y puertas y mas puertas.
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