lunes, mayo 24, 2010

Serie De Sanaciones En Pentecostés - Parte 1

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Con un llovizna ligera la multitud que se hacia presente en la gran celebración de Pentecostés se imaginaba que esas gotas de lluvia era el inicio de bendiciones en el nacimiento y cumpleaños de la iglesia. Pero las verdaderas bendiciones se encontraban adentro de la espaciosa iglesia de San Antonio de Padua en Falls Church, Virginia.

Mas de mil personas desde muy temprano se dieron cita a estas celebraciones Eucarística muchos de ellos vistiendo el color rojo signo del fuego del Espíritu Santo y en realidad era una ran motivo para celebrar pues era en parte el ofrecimiento de heridas y sufrimiento de una Iglesia inmigrante ignorada, despreciada y sin soluciones a sus plegarias por una reforma migratoria.

Otros venían pidiéndole a Dios sanación y liberación y gran cantidad de fieles a dar gracias a Dios por las sanaciones y liberaciones recibidas a través del poder de la Santa Eucaristía y el poder de la oración. Cada Pentecostés trae algo nuevo en abundancia para un pueblo de fe y se mantiene en oración continua.
Nos dice San Mateo 18, 19: “Donde hay 2 o 3 reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. Y así se cumplió en esta noche de Pentecostés, donde con gran fuerza sentimos el estruendo y el ruido del poder del Espíritu Santo con la cantidad de testimonios de sanación que no importó que las filas de hermanos dando testimonios se hiciera larga, cada testimonio nos afirmaba una vez mas que Cristo Vivo se paseaba feliz ante la multitud al escuchar sanciones de Artritis, problemas de corazón, cáncer de la próstata, tiroides, seno, estomago y la gente se paraba y con jubilo alzando sus manos encontraban acompañado al coro; poderoso es el Señor, Poderoso es Nuestro Dios, El Sana El Sana, Poderoso es Nuestro Dios.

Luego nunca habíamos tenido tantos testimonios de madres estériles, con problemas en los ovarios y que según los médicos era imposible engendrar un hijo, pero con la constancia en la oración, imposición de manos y su asistencia a las misas de sanación lo que la ciencia no pudo Dios se manifestó grandemente para darles la oportunidad de ser Madres. Cada mamá presentaba a sus bebes como milagros de que con Cristo se puede y cada sacerdote los bendecía. La multitud de nuevo se paraba y contábamos emocionados “Cristo rompe las cadenas y nos da su sanidad” etc. Fue un PENTECOSTES inolvidable y estoy seguro los milagros siguen. Amen, Amen, AMEN!



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