Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Cuantos quisiéramos que de un momento a otro se nos apareciera un ángel, arcángel o querubín trayéndonos una buena noticia. Pero aunque lo dudemos los Ángeles existen y están por todas partes. Tu mismo puedes ser un ángel para otros sin darte cuenta.
Hay algo muy interesante que he podido aprender con el pasar de los años, y es que los niños ven los Ángeles a todo momento y los bebes juegan y sonríen con ellos. Los Ángeles son legiones, hay millones de ellos y son de muchos colores y tamaños.
Fray Betto nos cuenta que una noche un Ángel se apareció a una familia muy rica y le dijo a la dueña de la casa: “te traigo una buena noticia: esta noche vendrá el Señor Jesús a visitar tu casa”. La señora quedo entusiasmada. Nunca había creído posible que en su casa sucediese ese milagro. Trato de preparar una cena excelente para recibir a Jesús. De repente sonó el timbre. Era una mujer mal vestida, de rostro sufrido, con el vientre hinchado por un embarazo muy adelantado. “Señora, ¿no tendrá algún trabajo para darme? Estoy embarazada y en gran necesidad”. “Pero ¿es esta hora de molestar? Vuelva otro día”, respondió la dueña de la casa. Ahora estoy muy ocupada con la cena para una importante visita. Poco después un hombre lleno de grasa llamo a la puerta. “Señora mi camión se ha dañado aquí en la esquina, ¿por casualidad, no tendrá usted una caja de herramienta que me pueda prestar?”. La señora ocupada como estaba limpiando los vasos de cristal y los platos de porcelana se irrito mucho: “¿usted piensa que mi casa es taller de mecánica?, por favor, no ensucie mi casa con esos pies embarrados”.
Mientras ella seguía preparando la cena alguien batió las palmas, “¿será que ahora llego Jesús?” pensó ella emocionada. Fue abrir la puerta, pero no era Jesús. Era un niño harapiento. “Señora déme un plato de comida”, “como le voy a dar comida si todavía no cenamos?, vuelva mañana”.
Toda la familia esperaba la ilustre visita, sin embargo pasaban las horas y Jesús no llegaba. Cansados de esperar, empezaron a tomar los coctelitos y de tanto esperar se quedaron dormidos sin comer. A la mañana siguiente, al despertar, la señora se encontró frente al ángel. “¡un ángel no puede mentir!, espere toda la noche, ¿y usted porque me hizo esta broma? “Yo no mentí. Fue usted la que no tuvo ojos para ver. Jesús estuvo aquí tres veces, en la mujer embarazada, en el camionero, en el niño hambriento, pero usted no fue capaz de reconocerlo y acogerlo.
1 comentario:
Jesús vino y no lo reconocí.
Recuerdo muy bien como si fuera ahora mismo, pero hace muchos años, cuando vivia en México D.F. Estaba solo aquella tarde y decidí ir al barrio de Tepito al mercado y al cine que a veces frecuentaba.
Me hice el programa en mi cabeza, comeré algo y después entraré al cine. Al salir después, de comer en uno de los modestos restaurantes que alli hay, antes de entrar al cine me compré en los ambulantes, un recipiente grande lleno de hermosas rebanadas de mango para comer viendo la película.
Al llegar y antes de entrar, un niño se me acercó y me pidio la fruta. Yo pasé por su lado sin hacerle caso y con la mirada diciendole : “No me molestes, como te atrevés a estropearme el programa”.
Ahora, cada vez que recuerdo eso, me siento como un vil gusano y quisiera regresar en el tiempo y darle a ese niño todo mi vaso de fruta y comprarle mas.
Jesús vino y me acogió.
Mi primera Navidad en Washington D.C. Después de pasar el dia en el apartamento con mi amiga, por la noche tenía que reportarme a la casa donde trabaja en Bethesda. Tomaba un autobus que me llevaba a la linea fronteriza con Maryland, alla un Ride-on local hasta casi la puerta de donde trabaja.
La noche era tan fría, tan fría. Eramos varios esperando el Ride-on que nunca llegaba, quizas no habia servicio. Yo estaba ya a punto de desesperacion ,casi miedo, por el frío penentrante y lo inseguro de la situación. De repente de la oscuridad en la solitaria avenida, aparece un gran coche, con una señora al volante. Se para delante de nosotros y nos pregunta a donde vamos. Nos recogió a todos, tres o cuatro y nos fué dejando puerta por puerta en nuestros destinos.
Ese ángel habia salido a proposito a dar transporte a los pobres transeuntes que sabía que estaban sin transporte en
Friendship Heights.
Cada Navidad desde 1983, recuerdo ese frio, cada Navidad desde entonces , bendigo mil veces con el pensamiento a ese ángel que nos salvo.
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