jueves, septiembre 13, 2012

La obediencia a Dios obra maravillas.

Por  Rev.José Eugenio Hoyos.
Uno de los diez Mandamientos de la ley de Dios nos invita a amar a Dios con todo el corazón y con toda el Alma, Dios debe ser el numero uno en nuestras vidas y hay que colocarlo de primero en nuestras agendas. Dios debe ser el motor que mueva y dirija nuestras vidas.
Si le obedecemos a Dios y seguimos sus mandatos tendremos una maravillosa relación con ÉL. Un gran ejemplo de la importancia de obedecer a Dios la encontramos en el relato de Naamán. Aunque Naamán era un hombre poderoso tenia problemas Naamán tenía lepra. lepra es una enfermedad terrible, La lepra afecta la piel con granos. Es una enfermedad muy contagiosa.
Naamán tenía una empleada que le ayudaba en su casa, la empleada amaba y adoraba a Dios, un día la empleada le dijo a la esposa de Naamán, “Ojala el amo fuera a ver al Profeta Eliseo que hay en Samaria, porque él lo sanaría de la lepra”. Ella sabia que Eliseo podía sanar a Naamán.
Naamán fue a la casa de Eliseo con sus caballos y sus carros y se detuvo ante la puerta. Cuando Naamán tocó la puerta tuvo una sorpresa, Eliseo no lo saludo. Eliseo envió un mensajero que le dijera lo que tenia que hacer. Instruyó a Naamán “Ve zambúllete siete veces en rio Jordán; así tu piel sanará y quedaras limpio”.
Naamán se enfureció y se fue quejándose, no podía creer que Eliseo ni siquiera salió a saludarlo. Naamán era un hombre importante y esperaba que lo trataran como un hombre importante. Los siervos de Naamán le convencieron que hiciera lo que había mandado Eliseo.
Naamán se detuvo ante el rio Jordán. El rio era un rio sucio pero en obediencia se sumergió siete veces como le había dicho Eliseo. Cuando termino la séptima vez, su piel estaba limpia ¡Dios lo había sanado! Naamán regresó a la casa de Eliseo para darle las gracias. Naamán regreso a su país siendo una persona diferente. Naamán había conocido en su corazón que Dios es el único y verdadero Dios.
Naamán confió y empezó a seguir solo a Dios, la obediencia de Naamán tuvo efectos maravillosos en su vida y en su enfermedad.
Cuando Dios pone un sueño en tu corazón, él pone una promesa en tu interior.

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