Por Rev. José Eugenio Hoyos.
Su Santidad Benedicto XVI o dentro de pocas horas: “El Papa Emérito o Pontifice Romano Emérito” dejará con humildad en signo de grandeza su Pontificado este 28 de Febrero a las 8 de la noche.
Muchas personas me han preguntado si seguiremos Orando por él en cada Misa: ¿y ustedes los Sacerdotes lo nombraran en la Liturgia?, ¿lo nombraran junto con el Obispo? y la respuesta es “NO”, pues solo se nombrará el Obispo, Arzobispo o Cardenal de la localidad y mientras no haya un nombramiento de un nuevo Pontífice quedara sin nombrarse o sea en blanco. Esto no quiere decir que seguiremos Orando en agradecimiento por todo el bien que él le ha hecho a la Iglesia universal a nivel personal.
En realidad estamos viviendo un momento histórico difícil de olvidar, un Pontífice con una Fe firme, muy dado a la Oración, al Recogimiento, a la Contemplación. Nos recordó a los Sacerdotes la belleza del latín, el respeto a la liturgia y al orden Espiritual. Y al pueblo creyente lo Evangelizó, regresándonos a las fuentes de la tradicional doctrina Católica Apostólica y Romana y declaró el año de la Fe.
El Papa Benedicto XVI renunció al Papado pero no renunció a la fidelidad y la lealtad de la Iglesia, grandes huracanes, tsunamis y turbulencias de algunos sectores de la Iglesia tuvo que aplacar y manejar con mucha prudencia, pero al igual que Cristo en la tempestad tuvo que calmar el oleaje de escándalos dentro de la Iglesia.
Su carisma personal nos invita a seguirlo sobre todo en la toma de decisiones, en su valentía al hablar y en mostrar a la humanidad a un Cristo sufriente.
Millones y millones de Cristianos Católicos esperamos que en el Conclave, el Espíritu Santo nos envíe un nuevo Vicario de Cristo que tenga la combinación de la personalidad de Juan Pablo II y Benedicto XVI que siga animando a la Iglesia en Oración y Santidad, esta no es una elección política sino una decisión seria del Espíritu Santo ¡Papa es Papa!.
Para la primera semana de Marzo ya tendremos un nuevo Pontífice. El Papa Benedicto XVI nos deja una Iglesia con una doctrina más fuerte y sólida en la Fe.
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