Es muy gratificante al escuchar los poderosos testimonios de
miles y miles de personas que antes estaban alejadas de Dios, de la Iglesia, de
los Sacramentos y le habían dado más importancia las cosas pasajeras de este
mundo y ahora siguen a Dios.
Muchas otras personas han tenido un encuentro maravilloso con
Dios al dejar para siempre el alcohol, el cigarrillo, el mal genio, la apatía u
otro tipo de vicios.
Antes muchos pensaban que la verdadera alegría y felicidad se
encontraba en las fiestas, las borracheras o la adicción al sexo y ahora han
dado una vuelta a su vida y se dieron cuenta que esa verdadera felicidad se
encontraba en la Iglesia, en la Oración, en una hora Santa, en un grupo de Oración
Carismático o en una Alabanza.
Por ejemplo San Pablo expresó los sentimientos de muchos. Las personas solo encontraran un cambio acercándose
a la luz que da solo Cristo.
“De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero” (Romanos 7:19) San Pablo estaba hablando como hombre que era antes de
encontrarse con Cristo camino a Damasco (Hechos 9) después de este encuentro
con el señor, San Pablo prosiguió a escribir la mayor parte del Nuevo
testamento.
En la reconstrucción de nuestras vidas Dios es el carpintero
para que el edificio de nuestro cuerpo siga firme y en pie si nos sometemos a
sus herramientas de construcción para moldear nuestra vida. Nuestra vida
reflejará su diseño: “Si el señor no construye la casa en vano trabajaran los
albañiles; si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el centinela”
(Salmo 127-1)
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