Cuando visito a algún enfermo con cáncer u otra dolencia una de las cosas que más me impresionan es escucharles: Padre Hoyos yo sé y entiendo que tengo cáncer, la quimioterapia y el tratamiento es muy duro y agotador pero sigo escuchando y Orando fuertemente pues sé que Cristo es mi medicina y él no me va a abandonar, acepto la enfermedad, la ofrezco como una bendición y entiendo que solo Cristo tiene la última palabra en mi vida y en mi estado de salud.
En la enfermedad cuando es ofrecida a Dios y no se pierde la esperanza y mucho menos la Fe; Dios actúa de una forma sorprendente que una mayoría de pacientes comienzan a recibir mejoría y Sanación.
Al aferrarse a la Oración y a la Fe
en Cristo tiene un gran alivio y mueve positivamente el sistema inmunológico.
Por ejemplo Isaías 41,10 nos anima en su palabra cuando nos dice: “No tengas
miedo pues yo estoy contigo. No temas pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas y
yo te ayudo y te sostengo con mi mano victoriosa”.
La vida de un creyente siendo Don de
Dios, no ha dejado ni dejara de ser una lucha; pero una lucha en donde no
vencemos con nuestras fuerzas sino con las de Dios nos da y nos equipa para ir
al campo de batalla. (Samuel 9,17) él nos ofrece la victoria con paciencia,
fortaleza y en la perseverancia en la Oración no nos rendiremos ante el dolor o
la enfermedad, pues tenemos de cabecera al médico de médicos más poderoso
Cristo Jesús. Y cuando lo invocamos trae Sanación y Liberación.
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