El mes de mayo ha sido un mes de grandes recuerdos y poderosas devociones hacia nuestra madre del cielo la virgen Maria y sobre todo para recordar nuestras madres. Los días corren en junio y también nos preparamos para darle un homenaje a nuestro papá.
Junto a Mamá la expresión de la palabra Papá te ha de producir el más noble de los sentimientos. Esa palabra agradable al paladar del corazón, es palabra que hace respirar paz, protección, seguridad, respeto, amor.
En mi caso por ejemplo no tengo
físicamente a mi Papá, pero su vida y
ejemplos están vivos en mí, como el sol radiante de un día de verano capto en
el día a día que la vida es muy irónica, pues los padres, los hijos y las familias
estamos atrapados en una ola de “progresos” cada vez las paginas digitales, el
Facebook, el twitter y el celular nos distancian de nuestros seres queridos y
la comunicación entre padres e hijos se debilita más y más; nadie me podrá
convencer de que los pasajeros millones de Bill Gates valen más que los hermosos
recuerdos de nuestra infancia, cuando nuestros padres, nos daban lecciones para
aprender a ser verdaderos ciudadanos en este mundo, cuando nos llevaban a la Iglesia
y nos enseñaban a Orar.
San Pablo se admiraba entonces y hoy
me admiro con él, de que Dios al dar los diez mandamientos a Moisés, al único
que le prometió un premio especial fue al cuarto, el de honrar padre y madre.
Es que nadie cumple gratis dicho mandamiento, pues las bendiciones y las dichas
que el creador concede a cambio no pueden medirse ni compararse.
El Mismo Jesucristo nos legó un
ejemplo extraordinario en lo que concierne a su trato con su padre adoptivo José
y con su madre Maria: dedicó tres horas para pagar nuestros pecados, tres años
para enseñarnos su Evangelio, pero
empleó 30 años para obedecer a sus padres y cumplir con sus deberes de hijo.
En el libro del Eclesiástico 3, 1-18
aparece la más hermosa promesa de Dios de cara a Papá: “Hijos escúchenme a mí,
que soy su padre; hagan lo que les digo y así se salvaran”
El que honra a su padre expía sus pecados y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro. Los seres humanos de hoy somos hijos de la Fe de los XXI siglos de historia cristiana y está comprobado que las promesas de Dios jamás dejan de cumplirse y Jesús es el reflejo más fiel de que se cumplen.
Sin embargo el siguiente dicho es real: “Hijo eres, padre serás, lo que hicieres te lo harán. Joven eres viejo serás como trates te trataran”.
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