lunes, julio 28, 2008

Bendiciones Traídas Desde Fátima

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Grandes memorias todavía permanecen en mi corazón desde la visita que realicé al santuario de Nuestra Señora de Fátima en Lisboa, Portugal. Desde la salida en el aeropuerto en Filadelfia con atraso del avión como la llegada a Paris y la pérdida de mi maleta de mano con documentos importantes se desarrolló toda mi peregrinación. Me dio la impresión que el enemigo no quería que visitara a la Madre del Cielo y los tres pastorcitos.

Ya la llegada a Lisboa fue otra cosa. Pude descansar y reflexionar, y de repente para mi sorpresa, me acordé que al salir de Washington con todas mis ocupaciones y cansancio no había ido a hacer mi visita diaria al Santísimo y no había terminado de rezar mi Santo breviario. ¡Que vergüenza! Lógico iba desarmado. Pero de todas formas mi llegada al Santuario de Fátima fue todo un encuentro especial con mi protectora de mi vocación.

Yo creo que la Señora Nanette Bulls, mi amiga de Mayagüez en Puerto Rico, se sentiría orgullosa de ver tantos sacerdotes haciendo oración y penitencia en este lugar sagrado. Fátima en realidad nos brinda una frescura en nuestra vocación y nos inspira a continuar trabajando en la construcción del Reino de los Cielos. Andando por la vida, entre consolaciones y desolaciones, entre la espesura y la negrura, nos acompaña y alienta nuestra Madre del Cielo, la Virgen Creyente, en actitud de alabanza, de oración, y de solidaridad con los pobres, como nos enseña en el Magnificat. En este canto de acción de gracias, encontramos el verdadero espejo del alma de María: es la culminación de la espiritualidad de los pobres de Yavé y del profetismo del Antiguo Testamento. Es el canto que anuncia el Nuevo Evangelio, el genuino Espíritu de Jesús, expresado en las Bienaventuradas y en el Sermón del Monte. Se verifica en el mundo entero como llega el evangelio mediante la presencia de Nuestra Señora, en la voz y en la profecía, en la piedad popular y Mariana de los misioneros y evangelizadores.

María Santísima con tu gran poder nos acompañas a los sacerdotes para que continuemos llevando el mensaje de salvación y de sanación para todos los enfermos, especialmente los enfermos del alma. Gracias por los lugares santos y de peregrinación.

Imágenes: Los 3 pastorcillos de Fátima: Lúcia, Francisco y Jacinta; niños en Pueblo Hondo, Venezuela representan de nuevo la historia de la Virgen de Fátima.

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