jueves, julio 31, 2008

Como sacerdote el terrorismo me ha afectado

Por el Padre José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
31 de julio de 2008

Recientemente he participado en varias marchas multitudinarias tanto en Colombia como en Estados Unidos pidiendo la paz y la liberación de los secuestrados en Colombia.



Si anteriormente oraba y realizaba actos de piedad y de penitencia, ahora con mayor razón he reforzado mi fe, mis oraciones y mis súplicas a Jesús de Nazaret y a María Santísima por la suerte que corren miles de mis hermanos secuestrados por las FARC en Colombia.

Desde la muerte de mi hermano, el diputado Jairo Hoyos, en su secuestro de 5 años toda mi familia incluyéndome a mi, nos hemos sentido súper afectados, dolidos y también secuestrados. Llevamos mucho tiempo la tristeza y la frustración en silencio. Ha sido un tiempo de mucha amargura y de desilusiones. Pero a través de nuestra fe, de nuestra constancia en la oración, seguimos adelante.

Cada evento, cada manifestación, se nos demuestra que millones de hermanos en el mundo entero entienden nuestro sufrimiento y el de miles de familias tocadas por el terrorismo. Cierto, es muy duro pero de verdad se puede salir adelante. Cuando empezamos a dejar salir estas emociones y nos unimos al clamor de una nación entera, que pide libertad y justicia, esos actos nos llenan de paz y nos animan a seguir acompañando.

El perdón deja de ser una palabra más para convertirse en una realidad y en una motivación. La reconciliación y el ofrecimiento a Dios de nuestras penas y dolores trae un gran provecho positivo. Es con el ejemplo del perdón que se consiguen las vías del entendimiento, del diálogo y de las negociaciones para lograr por fin la liberación de tantos cautivos.

Ahora nuestro sueño es ver la otra cara de Colombia. La cara negativa del terrorismo y de la violencia recapacitar y reflexionar sobre los beneficios que traen de reincorporarse a una vida civil normal y no seguir en la clandestinidad. Hay que regresar a Dios y a una nueva vida y ojalá que sea a través de la mano de Cristo y desde luego de la Iglesia.

No nos cansaremos de seguir trabajando por la liberación y el rompimiento de las cadenas de todos los secuestrados y que ojalá el terrorismo no afecte jamás nuestra sociedad y nuestras familias.

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