Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Jesucristo dentro de su santa sabiduría a través de sus mensajes y parábolas siempre nos está hablando del perdón, de la reconciliación y de seguir adelante sin mirar atrás. En varios países donde he sido invitado para predicar sobre sanación y conversión, se me han acercado muchas personas a preguntarme: “¿Por qué las personas no se sanan inmediatamente? ¿Por qué unos si y otras no? ¿Será que Jesús discrimina?” Bueno son muchas otras las preguntas al igual que éstas y en realidad esas preguntas tienen su importancia y lógico sus debidas respuestas.
Honestamente la mayoría de personas que no sanan inmediatamente, es porque lo que necesitan es primero que todo sanar las heridas de la niñez, del pasado, la heridas del alma y del corazón que tanto duelen. Cuando reunimos estas personas y les preguntamos qué es lo que más les cuesta cambiar en sus vidas inmediatamente nos contestan que es practicar el perdón, y en realidad si no hay perdón éste se convierte en el primer obstáculo, es la gran muralla y pared de acero que hace que se bloqueen los rayos sanadores del Espíritu Santo.
Lógico queridos amigos(as) que para Jesús todo es posible. Él rompe las cadenas más difíciles, pero por favor no hay que hacerle difícil su trabajo en nuestras vidas. Si perdonáramos de corazón, las manos milagrosas de Jesús harían maravillas en nuestras celulas malignas, cancerosas y dolidas de una forma inmediata.
Una de las características indispensables del amor es el perdón. Si no sabemos perdonar como vamos a recibir fuentes poderosas del amor de Dios, sobre nuestras dolencias. San Pablo (1 Cor 13, 4-7); nos dice: tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias; sino de la verdad; tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo. Los santos demostraron una nota característica: amor y perdón. San Francisco se encuentra con un leproso y comienza a besar sus llagas. La Madre Teresa de Calcuta ve a un hombre que está en las calles de Bombay, engusanado y comienza a limpiar sus llagas. Aquel hombre se le queda viendo y le pregunta: “Por qué hace esto?” La Madre Teresa le contesta: “Yo en usted veo a Jesús.” Aquel hombre murío rezando, habia sentido el amor de Dios a través del amor de una santa religiosa. ¿Cómo harían los niños después de una pelea o de un gran regaño? Se reconcilian pronto, perdonan fácil y se contentan con un dulce bombón dado por las manos generosas de sus padres. Así es el perdón y el amor dulce como un bombón.
1 comentario:
Muchos estamos prestos a pedir el perdón cuando lo necesitamos, pero en ocasiones, cuando nos toca perdonar, el orgullo o la sensación de haber sido agraviados, nos impiden ser tan generosos con el perdón como quisieramos que otros lo fueran con nosotros.
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