Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Boletín Interparroquial
14 de septiembre de 2008
Es posible que al responder esta pregunta un 99% de los fieles católicos respondan que sí. Otros tendrán que ir al álbum de fotos y retroceder muchos o unos cuantos años para recordar ese gran momento y encuentro espiritual con Jesús Sacramentado. Otros recordarán la primera confesión y penitencia, como fuimos de asustados a confesarnos y a pesar de que estábamos bien preparados por nuestras lindas, buenas y santas catequistas, al momento de confesar nuestros pecados del susto se nos olvidaron la mayoría. Pero en ese momento nos dio la impresión que Jesús nos entendía y ese no fue un impedimento para invitarnos por primera vez al banquete celestial.
Claro que todos nos tenemos que acordar de nuestra primera Eucaristía; son dulces memorias de nuestra niñez. Nos recordaremos toda la vida como fue nuestra preparación para este gran evento. Niños y niñas acudíamos a la catequesis. Nos hablaban del don y la responsabilidad de ser fieles a este bello sacramento. Sabíamos y sentíamos que entraría a nuestros corazones nuestro gran amigo "el niño Jesús". Nos sentíamos privilegiados. Nuestras madres nos preparaban trajes elegantes y dignos para la ceremonia. Con nuestras manos inocentes acariciábamos nuestros primeros libros de oraciones (que todavía lo conservo y es de color blanco), mi primer rosario de plata, mi escapulario y mi cirio con un gran brazelete con la imagen de mi ángel de la guarda cruzando un puente y librándome del peligro. Por primera vez, éramos el centro de atención de nuestras familias y de nuestra iglesia.
Han pasado muchos años desde nuestra primera Eucaristía, pero siempre nos quedó en mente de que el sacerdote en su homilía nos dijo: "Esta comunión no debe ser la primera, ni la última. Debe ser diaria y frecuente." Con la ayuda de nuestros sacerdotes y los sacramentos, especialmente el de la confirmación, hemos crecido, conocido y amado más a la Iglesia, a Cristo, a los Santos y desde luego a María Santísima.
Por eso cada vez que el sacerdote en la Santa Misa dice "Este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna" y "Este es mi pan y este es mi cuerpo", en realidad me concentro y en silencio le respondo a mi Jesús: "Sí, Señor. Yo creo firmamente que tu estás vivo en el altar." Gracias a mis padres y a mis catequistas por enseñarme a creer y amar a Jesús Eucaristía. ¡Que viva Jesús Sacramentado!
1 comentario:
Recuerdo bien los preparativos, las clases en la Parroquia de Cristo Rey, las visitas del mosén a la escuela, los regalos.
Tio Juan me dio el reloj, agüelo Miguel el anillo de oro, otros el rosario, el libro de firmas y recuerdos. El trajecito de marinero y la cruz, etc.
Llegó la solemnidad del dia, el nerviosismo por hacer las cosas bien depués de varias prácticas, el enojo de la maestra cuando debido a mi torpedad, el rosario se me enredo con el guante blanco al sacarmelo. ¡Vaya atillo que se armó!
El momento solemne de la communión, el sumo cuidado que puse en no masticar la eucaristia; las fotos especiales…la comida con tantos familiares; muchos de ellos ahora ya no están.
Bella edad de la inocencia que trae al recuerdo estas palabras: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos. Matt 5:13-14
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