martes, octubre 07, 2008

Juan Salvador Gaviota en nuestra vida

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

Cuando leí este libro por primera vez me llamó mucho la atención el título, pues no podía imaginarme su contenido literario, sino que en aquel entonces me imaginaba un ave libre, diferente a todas y con un nombre de un ser humano. Esta es una historia que nos inspira a todos a buscarle y a ponerle más sentido y sabor a la vida.

Por su condición de gaviota joven que no está conforme con la aburrida vida de luchar con otras gaviotas para conseguir alimento, Juan tiene que soportar críticas y el aislamiento social porque tiene la valentía suficiente para hacer preguntas que también otras gaviotas se hacen, pero a las que no han buscado nunca la respuesta. A pesar de que la búsqueda de respuestas le sume en la soledad y el aislamiento, su entusiasmo crece a medida que aprende más y más acerca de si mismo y del mundo que le rodea. De vez en cuando consigue encontrar respuestas a ciertas preguntas y les enseña a otras gaviotas que han sido desterradas del grupo.

Jesucristo es y será siempre ese maestro, desprendido de las cosas materiales e interesado siempre en darnos su alimento eucarístico diario. Y con ese alimento nos enseña que nunca tendremos hambre, que si lo buscamos y enseñamos a otros a hacerlo siempre lo tendremos y sobrará en abundancia. Jesús como Juan Salvador Gavista quiere que encontremos paz, felicidad, amor y alegría dentro de nosotros mismos. Cada uno de nosotros estamos llamados a seguir el gran ejemplo de misión de brindar alegría a los demás, a ser Pedro Gaviota, Juan Gaviota.

El escritor Richard Bach a través de esta novela nos enseña que a pesar de que tengamos momentos difíciles, desilusiones, tristezas y dolor en nuestra vida hay que volar siempre en alto, sin miedo como si fuera el mismo Dios que nos estuviera invitando a subir a lo más alto de la montaña de las Bienaventuranzas. Recordemos: “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: su tiempo el nacer, y su tiempo el morir, su tiempo el plantar, y su tiempo el arrancar lo plantado, su tiempo el matar, y su tiempo el sanar, y su tiempo el destruir, y su tiempo el edificar. Su tiempo el llorar, y su tiempo el reír, su tiempo el lamentarse, y su tiempo el danzar, su tiempo el lanzar piedras, y su tiempo el recogerlas, su tiempo el abrazarse, y su tiempo el separarse”. (Ecl. 3, 1-8). Así que cada vez que nos sintamos con las alas caídas pensemos en Jesús y en Juan Salvador que nos invitan a volar siempre alto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En este escrito una vez mas el Padre Hoyos hace referencia a un tema que tiene cierta conexión con mi vida.
Hace bastantes años...si..bastantes,varios jovenes del grupo de encuentro en que yo participaba, tratamos de escenificar la obra de Juan Salvador Gaviota. Hubo prácticas, pero al final no se llevó a cabo.
Es realmente un libro magnifico, en el que a parte de las virtudes que el Padre menciona, destacan tambien la de la superación y deseo de alcanzar un potencial personal mucho mas alla de lo meramente necesario para sobrevivir. Las demás gaviotas solamente práctican las habilidades de vuelo necesarias para la pesca y el sobrevivir a diario, pero J.S. a través del esfuerzo y espiritu de superación, llega a refinar sus dones de vuelo a un nivel de suprema perfección.
Tambien les recomiendo las hermosas melodias interpretadas por Neil Diamond, con titulo, musica y lirica basadas en el mismo libro.