Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Nos hemos sentido muy privilegiados de haber sido testigos tan cercanos de la posesión del 44 presidente de los Estados Unidos: Barack Hussein Obama. Como colombo americano y votante de este país tengo muchos sentimientos encontrados a cerca del futuro de esta gran nación que continúa siendo la potencia mundial de suma importancia. Nos pudimos dar cuenta que muchos amigos personales no les importó madrugar desde las 3 de la mañana para darse cita al Mall de Washington y desde allí sin importar las bajas temperaturas bajo cero esperar la toma de posesión del nuevo presidente electo. No podemos desconocer que en su discurso de inauguración presidencial hay muchos mensajes de esperanza y de reconciliación, no solo nacional, sino internacional.
Ha sido muy interesante que en su discurso de juramentación, Obama apeló a los valores fundamentales de Estados Unidos para comenzar un nuevo capitulo en su historia. “Nuestra economía está muy debilitada, como consecuencia de la avaricia y la irresponsabilidad por parte de algunos, pero también por el fracaso colectivo en tomar las decisiones difíciles y preparar a la nación para una nueva era” dijo Obama. Ante esos errores el nuevo presidente instó a los estadounidenses a retomar “las verdades” que han hecho a Estados Unidos la nación que son “el trabajo duro, la honestidad, el valor, la justicia, la tolerancia y el patriotismo.”
Ojalá que esa invitación tan poderosa que ha realizado el presidente Obama a nivel internacional de estar dispuestos a abrir el puño es en realidad un empuje a la esperanza. Paro a la esperanza de que se abran gobiernos a vivir la verdadera hermandad y solidaridad, a abrir los puños donde las cadenas de la corrupción y de la violación de los derechos humanos sobresalen en dichos gobiernos. Este nuevo gobierno invita a caminar para adelante, tomando de la mano hacia el progreso sin importar nuestras razas, el color de la piel, la condición social, la orientación sexual a todos los que quieran edificar un nuevo futuro. Pero en sí lo que me pareció mucho más poderoso es que en cada invocación religiosa estuvo presente el nombre de Dios y la protección y bendición al presidente, a su familia, a la nación y al mundo entero. Nos unimos en oración para que las buenas intenciones de Obama se conviertan en un gran gobierno con la participación de todos. ¡Bendiciones!
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