Por el Rev. José Eugenio Hoyos
A comienzos del mes de enero de visita en la hermana república de El Salvador, tuve la grata oportunidad de visitar a las religiosas Hijas del Divino Salvador en la población de Santo Domingo en el Departamento de San Vicente.
Después de compartir con varias familias en la ciudad de Sensuntepeque Cabañas, el padre Mauricio Alexander Díaz me sugirió de que sería de suma importancia darles un saludo a una comunidad religiosa muy especial con un trabajo único, educativo, a nuestro paso a la capital San Salvador.
Hemos llegado a un publecito bastante pintoresco, con callecitas en bajadas y subidas pero bien mantenidas hasta el convento y la casa generalicia de las Hijas del Divino Salvador. Nos sentíamos guiados por el Espíritu Santo, pues al instante se nos habrieron las puertas principales de aquel santo lugar, nos esperaban con un buen cafesito salvadoreño y galletas dulces de muchos colores, que quedaban de la pasada noche buena.
En un lugar bastante amplio y acogedor rodeado de muchos jardines se destacaba un inmenso cuadro del Excelentisimo fundador de la congregación, el primer obispo de San Vicente Monseñor Pedro Arnoldo Aparicio y Quintanilla, un enviado de Dios inspirado por las enseñanzas y sabiduria de San Juan Bosco.
La alegría de las hermanas era contagiante, se sentía que cincuenta años de fundación han sido la proclamación de un Jesús vivo y resucitado, y claro que está vivo en cada alma, en diferentes regiones de Latinoamérica, que cada religiosa con su tesón misionero, su oración, su entrega, su paciencia, y su cátedra religiosa han dirigido a miles de ciudadanos(as) y futuras maestras, que han encaminado la educación a presentes y futuras generaciones a formar patria y hacer gentes de bien.
He quedado bastante impresionado por la cantidad de vocaciones jóvenes. Como lo prediqué en la iglesia de San José en Virginia, encontré en las Hijas del Divino Salvador, el corazón y el alma de Cristo que vibra en el alma misionera y sanadora de Maria Auxiliadora. Ya entiendo porque el carisma de estas hijas de Dios y Maria atraen tantas vocaciones.
Gracias hermanas por cuidar y orar por los sacerdotes. Un saludo especia a la Hermana Jesús Amelia Alvarado superiora general y a su consejo. Que Dios las sigue multiplicando. La iglesia del siglo XXI las necesita con urgencia. Si ud tiene vocación religiosa o desea mas información puede escribir a martadeysi@yahoo.com.
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