Por el Rev. José Eugenio Hoyos
He estado al tanto de los preparativos para la posesión e inauguración del nuevo mandato presidencial del Señor Barack Obama y me he quedado bastante impresionado y con la bocota abierta de tanto derroche y movimiento por este evento. ¡Es el colmo de los colmos! Con tanta queja, y con los problemas económicos que estamos viviendo y lo que el gobierno esta gastando monetariamente no tiene nombre. Acaban de pasar las Navidades, un tiempo espiritual, importante y no vimos tanto movimiento.
No descarto queridos amigos que este nuevo presidente con cariño se las trae, pero no es para tanto. No es el Mesías, El Salvador del mundo. Obama viene para gobernar unos cuantos años, el no es para quedarse eternamente. Ni tampoco pongamos todas nuestras esperanzas en el. ¡Hay Dios mío! Que desilusión nos vamos a llevar cuando empecemos a darnos cuenta que el no tiene la barita mágica que todos los incautos esperaban. No a todos los desempleados les va a llegar por correo contratos de trabajo; no van a devolver las casas de las personas que las perdieron por no pagar la hipoteca. No van a regresar con la residencia en la mano a todas las familias que han deportado o que han caído en redadas. Los programas de salud no serán gratis. Todo lo contrario el que no tenga un seguro de vida, se podrá morir. La consigna en el mundo terrenal es que el que no trabaje, no comerá ni sobrevivirá.
Es posible que muchas personas piensen que con Obama hoy podemos tener la esperanza de que mañana el mundo sea mejor y más justo. Otros pensaran que por su persona y sus raíces, allí se encarnan dos mundos: el rico y privilegiado y el pobre que se muere de hambre. Pareciera como dicen algunos Europeos que el Presidente Obama simboliza “la alianza de dos civilizaciones”. No soy pesimista pero no dejemos que el Presidente Obama solo sea la solución de nuestros problemas personales o los del mundo entero. Más bien en quedarnos esperando o criticando, unámonos a una causa, démosle la mano a los menos afortunados. No se puede pedir a un lobo que coma hierba, ni a un imperio que no se comporte de forma imperial. Pero debemos enseñar a pensar constructivamente de que el nuevo siglo sea más humano y mejor. Esa es la mejor forma de prepararnos a recibir en oración al verdadero y eterno Mesías: Cristo Jesús.
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