Por el Padre José E. Hoyos
Arlington Catholic Herald
28 de enero de 2010
El amor de Jesucristo sobre la humanidad no sólo fue un ideal sino una obra concreta llena de amor. Cuando el cristiano tiene el ideal de vivir en paz con Dios, consigo mismo y con los demás, y persevera en la construcción de esa meta, logrará disfrutar, al ver que esa paz se irá construyendo de modo activo, día tras día. Entonces, será como una luz que ilumina en la oscuridad y mostrará el rumbo a los que se hallan extraviados por causa del odio, el enojo o la tristeza.
En una sociedad donde hay tanta violencia, donde las personas están tan sensibles y se alteran con tanta facilidad por cualquier desacuerdo o contradicción, son indispensables los cristianos pacificadores para transformar esta sociedad. Ellos son como un faro o un cielo estrellado, que, dentro de un mar tumultuoso, indican el rumbo nuevo que deben seguir los violentos y quienes no tienen serenidad: hacia el mar sereno del amor de Dios.
Nos corresponde a nosotros, los que creemos fielmente en Cristo, actuar como faros en medio de un mundo de tanta confusión. Todo el que vive sin Cristo y no tiene fe en su corazón está en tinieblas y navega en un mar de dudas e inquietud. Es Cristo la luz que alumbra el interior del ser humano. Revelar a Jesucristo y su Evangelio a los que no lo conocen: he ahí el programa fundamental que la Iglesia, desde la mañana de Pentecostés, ha asumido, como recibido de su fundador (Pablo VI, “Evangelii Nuntiandi” 5)
Al igual que el brillo de las estrellas, tú puedes, desde la fidelidad diaria a Dios y a la tarea asignada por Él, guiar a esos hermanos, para que encuentren, en Dios, el sentido de sus vidas y la calma que brota de las Sagradas Escrituras, donde se descubre el corazón de nuestro Salvador Jesucristo. Si tu ideal es conocer a Cristo sigue su mirada y déjate guiar por su palabra, su amor y su compasión, que estos ideales en nuestras vidas se hagan realidad cuando aumente en nosotros la paz, amor, esperanza y la fe.
En la auténtica espiritualidad es muy importante tener altos ideales como las estrellas en el cielo, igual de importante es la acción de buscar, de investigar y de preguntar porque refleja una actitud propia del ser humilde, siempre dispuesto a aprender y a mejorar. “Buscar a Dios como sublime ideal” es una expresión muy común en los profetas bíblicos, tal vez como lo leemos en Amos: “Buscadme a mí y viviréis, dice Dios” (5,4). Ser buscador es lo mismo que ser caminante, sin creer que ya se llegó a la meta, como lo hacen los orgullosos por más religiosos que se crean. Ojala todos vivamos en la constante búsqueda de una iluminación, que no pueden ofrecer tantos falsos maestros que hoy aprovechan un mercado religioso. Por eso nuestro ideal inmediato es: buscar la verdadera luz y saber buscar para no caer en el engaño.
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