Por el Rev. José Eugenio Hoyos
Arlington Catholic Herald
18 de febrero de 2010
Como verdaderos evangelizadores cristianos, no podemos cansarnos de sembrar. Cuando hablamos de sembrar, debemos enfocarnos en las semillas espirituales que Dios ha regalado y puesto en nuestras manos. Son las semillas más valiosas y preciosas dadas por el Creador con mucho amor. En la parábola del Sembrador en el capitulo 4 de San Marcos, podemos notar cuatro tipos de tierra, cuatro tipos de corazones. En primer lugar, una parte de ‘las semillas cayeron junto al camino, y vinieron las aves del cielo y se las comieron. En Marcos 4:15, Cristo nos dice: “y estos son los de junto al camino: en quienes se siembre la palabra, pero después viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones”. A lo mejor, se refería a una senda entre las cosechas que fue usada para atravesar los cultivos sin hacer daño. Era una tierra dura, y simboliza el corazón duro. Es difícil para la semilla penetrar tal superficie. Entonces, viene el enemigo y quita la palabra sembrada del corazón. Tales personas oyen el sonido del mensaje y quizás entienden el significado de las palabras en la superficie, pero no dejan que se les penetre en el fondo de su ser donde pudiera brotar la plena comprensión del Evangelio. “Yo les he entregado esta tierra: ¡adelante, tomen posesión de ella!”El Señor juro que se la daría a los antepasados de ustedes, es decir, a Abraham, Isaac y a sus descendientes (Dev. 1:8)
La tierra nos fue dada y nosotros debemos trabajarla, Dios hace su parte esperando que nosotros avancemos, que nosotros tomemos posesión para que la sembremos. Dios nos entrega los hijos para que nosotros trabajemos en ellos porque son una tierra muy fértil. A veces creemos que el éxito esta en la fama y la fortuna no es así, el éxito es saber sembrar valores en los hijos en el hogar y en la sociedad. El éxito esta en la manos de la persona que nunca se cansa de ser feliz o hacer feliz a los demás, el éxito es la persona que ha respetado a los hombres y a la naturaleza y ha sabido ver lo bueno en todo y en todos. El exitoso es el que nunca se cansa de sembrar la semilla del amor, la fe y la esperanza en el corazón de las personas.
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