TESTIMONIO (Parte I)
7 de Octubre de 2013 Chajari, Entre Ríos, Argentina, Buenos días Padre Jose Eugenio Hoyos
7 de Octubre de 2013 Chajari, Entre Ríos, Argentina, Buenos días Padre Jose Eugenio Hoyos
Mi nombre es Nancy Masetto, tengo 37
años, estoy casada y tengo dos maravillosos hijos de 2 y de 4 años. Enjulio
del 2012 me diagnosticaron cáncer de mama, esa palabra que hoy puedo escribir y
que en aquel entonces no podía ni pronunciar ... un cáncer agresivo, tipo
infiltrante, que pasa rápidamente a la sangre y se va al resto del cuerpo, muy
avanzado, de gran tamaño, aproximadamente
9 cm de diámetro, estaba en periodo de lactancia con mi bebe 10
que dificulto el diagnostico precoz; un cáncer grado III y posiblemente
grado IV por una posible metástasis en la costilla (el máximo es grado IV), con
pronósticos desalentadores que los médicos no expresaban pero se dejaban ver a
través de sus palabras, preocupación y urgencia con que exigían todos los
estudios para comenzar lo antes posible el tratamiento.
Aún recuerdo esos primeros momentos de
tanto dolor, tanta incertidumbre, es como que el mundo se para en un instante,
ahora que hacer... pero todo empezó a marchar con una paz interior que solo
puede ser obra de Dios. Cuando todo parecía ser oscuro, desesperanzado, comenzó
una cadena de oración de personas queridas, allegadas, y aún desconocidas, una
cadena sin límites que con solo mencionarlo me emociona hasta las lágrimas...
entregue mi vida totalmente a Dios, la puse en sus manos, le rogué que haga su
voluntad, que me acompañe y no me abandone, manifestándole día a día mi
agradecimiento por un día más, como también deje en manos de los médicos mi tratamiento
al cual he cumplido rigurosamente.
El primer tiempo no ha sido fácil, esas
primeras quimioterapias que me destruían y me dejaban en la cama varios días,
donde los vómitos y dolores no cesaban ni siquiera con los inyectables que me
recetaban, el cabello que cayó por completo, que si bien para mí no era
importante, para mis seres queridos no era nada fácil, era el recordar
permanentemente que estaba enferma, mis niños que no se despegaban de mi si no
se lo llevaban (yo no querían que me vean así), la desesperación de mi esposo,
el dolor de mis seres queridos ... y los miedos, los pensamientos negativos que
aparecían en la mente ... pero bastaba con que me quedara a solas en mi
habitación y se lo pidiera a El "Señor no permitas que los miedos me
invadan, no me dejes sola Señor, acá estoy, soy tu hija Padre, protégeme de todo mal" y realice mis
oraciones para volver a la paz que solo Él puede dar.
y así fue, Dios ha sido
mi gran compañero en esta lucha, y si bien tengo el amor y contención de toda
mi familia y mis amigos, en esta lucha contra el cáncer hay momentos de
profunda soledad, es mi cuerpo, mi alma, recuerdo tantos estudios donde me
mantenían aislada horas y Dios era mi única compañía tan real, sentía su
presencia tan cerca, bastaba llamarlo, decirle acá estoy Padre, empezar a orar
y El aparecía devolviéndome la paz, anestesiando mi cuerpo ante el dolor,
porque así ha sido, he pasado por tanto sufrimiento y solo recuerdo lo bello de
su presencia.
Desde el comienzo me he refugiado en
Dios, en la Iglesia, en los sacerdotes. Un día me dicen que vendrá el Padre
Hoyos a Chajari y realizaría una clínica de sanación para los enfermos, así.
Que ahí estábamos con mi marido, sentados en los últimos asientos de un enorme
salón. El Padre se acercó a mí y sus palabras resuenan en mi cabeza todos los
días "esas' lágrimas serán de alegría
y darás testimonio de esto", entre otras que nos llenaron de aliento y
esperanza. Y acá estoy dando testimonio y asegurando que a 10 largo de este difícil año he llorado mucho
pero no por mi enfermedad o el dolor sino por la alegría de sentir el amor de
Dios en mí, el amor de Dios reflejado en las personas que me rodean, creo que
orar por otros es un acto de amor tan grande... que emociona.
Y así continué mi
tratamiento, desde la esperanza, desde el agradecer día a día la vida, desde la
alegría de compartir con mi familia todos los días, orando a Dios, a Jesús, a
Maria Nuestra Madre, a los Santos, para que me den fortaleza y me acompañen
siempre. No imagino como hubiera transitado todo esto sin Su ayuda, Él me ha
dado una fuerza que desconocía en mí, me aterraban las agujas y me han pinchado
tanto ... hasta hoy que las venas no pueden soportar más, van desapareciendo,
se van secando, reventándose al pincharlas, 10
que causa un dolor difícil de olvidar. Me cuesta expresar mi dolor, lo
he guardado tan profundamente y solo para mí, que me es difícil describirlo.
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