miércoles, octubre 30, 2013

Sanacion de cancer en Chajarí, Entre Rios, Argentina


TESTIMONIO (Parte I)


    7 de Octubre de 2013 Chajari, Entre Ríos, Argentina, Buenos días Padre Jose  Eugenio Hoyos                                                                    

Mi nombre es Nancy Masetto, tengo 37 años, estoy casada y tengo dos maravillosos hijos de 2 y de 4 años. Enjulio del 2012 me diagnosticaron cáncer de mama, esa palabra que hoy puedo escribir y que en aquel entonces no podía ni pronunciar ... un cáncer agresivo, tipo infiltrante, que pasa rápidamente a la sangre y se va al resto del cuerpo, muy avanzado, de gran tamaño, aproximadamente 9 cm de diámetro, estaba en periodo de lactancia con mi bebe 10 que dificulto el diagnostico precoz; un cáncer grado III y posiblemente grado IV por una posible metástasis en la costilla (el máximo es grado IV), con pronósticos desalentadores que los médicos no expresaban pero se dejaban ver a través de sus palabras, preocupación y urgencia con que exigían todos los estudios para comenzar lo antes posible el tratamiento.

Aún recuerdo esos primeros momentos de tanto dolor, tanta incertidumbre, es como que el mundo se para en un instante, ahora que hacer... pero todo empezó a marchar con una paz interior que solo puede ser obra de Dios. Cuando todo parecía ser oscuro, desesperanzado, comenzó una cadena de oración de personas queridas, allegadas, y aún desconocidas, una cadena sin límites que con solo mencionarlo me emociona hasta las lágrimas... entregue mi vida totalmente a Dios, la puse en sus manos, le rogué que haga su voluntad, que me acompañe y no me abandone, manifestándole día a día mi agradecimiento por un día más, como también deje en manos de los médicos mi tratamiento al cual he cumplido rigurosamente.

El primer tiempo no ha sido fácil, esas primeras quimioterapias que me destruían y me dejaban en la cama varios días, donde los vómitos y dolores no cesaban ni siquiera con los inyectables que me recetaban, el cabello que cayó por completo, que si bien para mí no era importante, para mis seres queridos no era nada fácil, era el recordar permanentemente que estaba enferma, mis niños que no se despegaban de mi si no se lo llevaban (yo no querían que me vean así), la desesperación de mi esposo, el dolor de mis seres queridos ... y los miedos, los pensamientos negativos que aparecían en la mente ... pero bastaba con que me quedara a solas en mi habitación y se lo pidiera a El "Señor no permitas que los miedos me invadan, no me dejes sola Señor, acá estoy, soy tu hija Padre, protégeme de todo mal" y realice mis oraciones para volver a la paz que solo Él puede dar.

y así fue, Dios ha sido mi gran compañero en esta lucha, y si bien tengo el amor y contención de toda mi familia y mis amigos, en esta lucha contra el cáncer hay momentos de profunda soledad, es mi cuerpo, mi alma, recuerdo tantos estudios donde me mantenían aislada horas y Dios era mi única compañía tan real, sentía su presencia tan cerca, bastaba llamarlo, decirle acá estoy Padre, empezar a orar y El aparecía devolviéndome la paz, anestesiando mi cuerpo ante el dolor, porque así ha sido, he pasado por tanto sufrimiento y solo recuerdo lo bello de su presencia.



Desde el comienzo me he refugiado en Dios, en la Iglesia, en los sacerdotes. Un día me dicen que vendrá el Padre Hoyos a Chajari y realizaría una clínica de sanación para los enfermos, así. Que ahí estábamos con mi marido, sentados en los últimos asientos de un enorme salón. El Padre se acercó a mí y sus palabras resuenan en mi cabeza todos los días "esas' lágrimas serán de alegría y darás testimonio de esto", entre otras que nos llenaron de aliento y esperanza. Y acá estoy dando testimonio y asegurando que a 10 largo de este difícil año he llorado mucho pero no por mi enfermedad o el dolor sino por la alegría de sentir el amor de Dios en mí, el amor de Dios reflejado en las personas que me rodean, creo que orar por otros es un acto de amor tan grande... que emociona.

Y así continué mi tratamiento, desde la esperanza, desde el agradecer día a día la vida, desde la alegría de compartir con mi familia todos los días, orando a Dios, a Jesús, a Maria Nuestra Madre, a los Santos, para que me den fortaleza y me acompañen siempre. No imagino como hubiera transitado todo esto sin Su ayuda, Él me ha dado una fuerza que desconocía en mí, me aterraban las agujas y me han pinchado tanto ... hasta hoy que las venas no pueden soportar más, van desapareciendo, se van secando, reventándose al pincharlas, 10 que causa un dolor difícil de olvidar. Me cuesta expresar mi dolor, lo he guardado tan profundamente y solo para mí, que me es difícil describirlo.

No hay comentarios.: