Por José Eugenio Hoyos
Cristo no
quiere Carismáticos ni Católicos adormecidos, ni temerosos en la Iglesia.
Cristo no
quiere Carismáticos tibios, sin alegría y divididos Cristo quiere Carismáticos llenos
del Espíritu Santo, llenos del fuego, de pie y puestos en acción.
El mundo
actual necesita una Iglesia alegre, despierta para escuchar y anunciar un
Evangelio y un Cristo vivo llenos de poder.
A cada uno
de nosotros se nos ha hablado y exhortado a caminar en el Espíritu, así como a
no cumplir o hacer los deseos de la Carne y vivir en el Espíritu, siendo
guiados y dirigidos por El a través de la vida, como hijos de Dios (Gal 5-16,
Rom 8-14) La gran verdad es que aquellos de nosotros, quienes estamos
comprometidamente caminando con el Espíritu Santo veremos maravillas,
prodigios, sanaciones y liberaciones en la persona de Cristo Jesús. Debemos estar
dispuestos a entender que los frutos del Espíritu Santo y los dones son
complementarios uno del otro y ambos son absolutamente necesarios si nosotros
vamos a ser efectivos representantes de Cristo en la tierra.
“El fuego
ardera perpetuamente en el altar, no debe apagarse.” (Levítico 6, 6-13)
Cuando un Carismático
deja que la pasión por Cristo se marchite, cuando el fuego de un grupo de oración
se apaga, entonces las ovejas se desaniman, se alejan y el grupo se divide. Cuando
la RCC comienza a sufrir en la Iglesia comienza apagarse el faro de la Fe.
Si tu
entusiasmo por Jesucristo, por la oración y la alabanza se enfrían, aviva el
fuego. Sopla los carbones sobre el altar de tu corazón y mantente encendido con
el Soplo del Espíritu Santo.
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