lunes, septiembre 08, 2008

Solo la soledad es sanada por Dios

Por el Rev. José Eugenio Hoyos

La soledad ha sido tomada por muchas personas en nuestra sociedad como un síntoma que entristece al ser humano y que en la mayoría de veces nos lleva a la depresión, a la tristeza, a la angustia y al desespero. Hay días en que aunque el sol afuera de nuestros hogares este brillando sentimos que todo lo que esta a nuestro al rededor esta en tinieblas. Que nos embarga una tremenda obscuridad, una gran nube gris que no se quiere correr de nuestras vidas y que nos lanza a la depresión o a la amargura. Vemos en este caso un túnel obscuro y sin salida.

Todos luchamos por tener y conservar una vida feliz donde veamos un futuro brillante, donde podamos controlar los diarios fracasos o desilusiones. Cuando entramos en esos momentos difíciles y sentimos que nos estamos ahogando y que la orilla de la salvación esta todavía muy lejos, tratamos de buscar un consejero, un psicólogo, un psiquiatra, o un sacerdote. Vamos a una librería para buscar un buen libro para que nos de las respuestas adecuadas. Escuchamos una canción o una melodía que nos relaje, practicamos un deporte o vamos a un gimnasio buscando botar lo que algunos llaman “energía negativa”.

Pero aunque intentemos salir del abismo agobiante, no conseguimos salir y lo contrario la soledad y la tristeza nos agobian más hasta deprimirnos y derrotarnos. Hay personas que nos escriben y nos dicen que están tratando de salir de la soledad, la depresión y la tristeza con mucho optimismo y ya no saben de donde sacar mas fuerzas. La tristeza tiene mil caras y en ninguna de ellas se encuentra el amor y la compasión.

Dios muchas veces nos ha dicho que "nunca nos dejará solos ni abandonados.” (Heb 13, 5). Los Evangelios por ejemplo nos muestran como Jesús, Dios hecho hombre, experimentó durante toda su vida en la tierra los diversos niveles de soledad. Pero también nos enseñan como a través del verdadero amor, Él le dio un nuevo sentido a la soledad. Solo desde el amor del corazón de Jesús podemos mirar la soledad que hay en nuestra historia de un modo indiferente. Solo desde la ternura del corazón de Jesús se llenaran los vacíos que aun hoy existen en nuestros corazones. La hermana Glenda, en su CD A solas con Dios, en su tema “No soy digno de que entres en mi casa” nos dice:


Solo dime una palabra tuya y yo me sanaré
Solo dame un aliento tuyo y yo tendre vida
Solo dame un aliento tuyo y yo daré vida
Solo dame una mirada tuya y yo podre ver
Solo dame una sonrisa tuya y yo podre reir
Solo dame una sonrisa tuya y yo haré reír
Solo dame una caricia tuya y yo acariciaré.


Solo desde el corazón de Jesús y por su gracia, podemos transformar la soledad negativa en una soledad positiva, vital y creativa, colmada de la suave presencia del Espíritu de Dios.

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