martes, noviembre 18, 2008

Sigamos a Cristo, no al hombre

Por Rev. José Eugenio Hoyos
Boletín Interparroquial
16 de noviembre de 2008

En el Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 469, se nos habla de que el Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de Santidad: “Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mi...” (Mt 11,29). “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino es por mi.” (Juan 14,6). Y el Padre, en el momento de la Transfiguración ordena: “Escuchedle.” (Mc 9,7;cf. Dt 6, 4-5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Juan 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).



Acabamos de tener unas elecciones presidenciales con un gran derroche publicitario donde ambos candidatos gastaron millones de dólares en sus campañas políticas, olvidando que hay un pueblo que esta sufriendo las consecuencias de la economía. En Chicago, por ejemplo, más de 200.000 personas ovacionaron al nuevo presidente, sin importar el frío o el estar parados por varias horas. En este momento todos los cristianos debemos preguntarnos: ¿Hacemos lo mismo con las cosas de Cristo y de la Iglesia? ¿O nos importa más lo que haga el hombre que Cristo?

Hoy estamos imitando todo a los artistas, deportistas, modelos, políticos, cantantes, actores de telenovelas pero pocos estamos imitando y siguiendo a Cristo. El mundo persigue y rechaza a los que son fieles a la palabra de Dios, porque es incompatible agradar a Dios y al mundo (Mateo 55, 11-12). Si hemos tomado la decisión de ser discípulos, lleguemos hasta las últimas consecuencias. Recordemos que tendremos que renunciar al mundo con todos sus atractivos, pues ser del mundo significa ser enemigo de Dios (Santiago 4,4). El camino de la perfección pasa por la Cruz. No hay sanidad sin renuncia y sin combate espiritual (1ª Juan 2, 15-17).

Si usted cree en el poder de Cristo y considera que Él es nuestro Rey y Padre, por favor no siga al hombre con prácticas prohibidas que lo van a llevar por caminos peores. Usted no debe consultar a un brujo o curandero, buscar contacto con los muertos, creer en el horóscopo, consultar un psíquico, hacer pacto con el diablo, visitar a un adivino, usar amuletos, practicar la magia. Usted lo que necesita hacer es solo orar a Dios y creer solo en su poder.

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