Por el Rev. José Eugenio Hoyos
En la reciente reunión mundial del grupo conocido como G20, los líderes de los países reconocidos económicamente se reunieron en Londres. A esta importante reunión asistieron Presidentes, Cancilleres, y Primeros Ministros. Pero uno de los momentos que más me llamó la atención fué la noticia que dieron los medios de comunicación como primicia. Yo esperaba soluciones inmediatas a la crisis económica y a la recesión que estamos viviendo pero para mi gran sorpresota las primeras paginas fueron dadas a la Reina Isabel de Inglaterra y a la Primera Dama de los Estados Unidos Michelle Obama. ¿Por favor señores, en que época feudal estamos?
Y la noticia se la robó la Primera Dama porque le puso su mano en la espalda, ya que según el protocolo de la Reina solo se le puede dar la mano o hacerle una genuflexión. ¡Que horror! ¿Y acaso ella es la Virgen María? Esta ya no es época de rendirle pleitesía a la monarquía, es tiempo de rendirle homenaje y respeto al Rey de Reyes, Cristo Jesús y a la Reina de la humanidad, la Santísima Virgen María. Los hijos de los “Reyes de carne y hueso” son infelices mientras que nosotros los hijos del Rey de Reyes aunque la crisis económica este apretando nuestros bolsillos somos felices y con el nada nos faltará.
Una mujer trabajaba como servidora en el palacio de un Rey, y la princesa de allí trataba de discriminarla con expresiones bajas e hirientes, hasta el extremo de decirle un día: “Tu no eres nadie, yo en cambio soy la hija del Rey”. A estas palabras la trabajadora respondió con elocuencia: “Tu eres la hija del Rey, pero yo soy la hija e Dios”. Tú eres una persona valiosa, pero no lo eres hasta que no lo reconoces. Tu debes ser justo contigo mismo y darte el valor que realmente tienes como esa trabajadora: “Pero yo soy la hija de Dios”.
La felicidad es convertir la vida en ilusión, en esperanza, en servicio, en metas alcanzables, en sueños, en amor; disfrutar de lo que eres y de aquello que posees sin lamentarte por aquello que te falta. Con razón apuntaba el filosofo Cicerón: “No entiendo por que él que es dichoso busca mayor felicidad”. Es decir, siempre te expresas como un insatisfecho en tu vida, y quizás pensaras que esa es tu forma de ser normal como ser humano. Es mejor ser hijos de Dios que de los reyes, pues los reyes no sanan, ni salvan, ni alivian las penas, mientras que siendo hijos de Dios lo tenemos todo. “Abriré la ventana de los cielos y derramare bendiciones hasta que sobreabunde” (Malaquías 3, 10).
Foto: Sra. Michelle Obama y la Reina Isabel de Inglaterra
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