Rev. José Eugenio Hoyos
Estoy más que convencido que las procesiones y devociones populares son unas grandes herramientas de Evangelización. En todos nuestros países de Latinoamérica e inclusive en algunas partes de los Estados Unidos ya es costumbre la celebración de la Semana Santa con procesiones, Vía Crucis en vivo etc.
Esto lo hemos podido constatar en lugares donde la población hispana es más visible, por ejemplo en California, Florida, New Jersey, New York, Texas, Colorado, Atlanta, Chicago, Virginia, New México etc. La Semana Santa nos trae grandes recuerdos, nos llena de nostalgia pues además de un encuentro espiritual con Cristo se convertirá también en una ocasión para encontrarnos en familia y celebrar estas fiestas religiosas.
Cada Semana Santa me trae memorias bellísimas de la procesión de los hombres y mujeres en silencio, desde el día anterior al Viernes Santo. Con mucho ansiedad esperaba esa gran procesión llena de pasos, de estaciones dolorosas, de un Vía Crucis cruel, con un gran colorido y olor a incienso y al paso lento de las adoradoras vestidas de negro o morado llevando grandes cirios al paso del Nazareno y al final de la procesión no podía faltar y todos esperábamos con mucho fervor el paso de la Verónica, de la Virgen Dolorosa, de la Madre de Jesús que iba siempre de última detrás de su hijo con sus ojos lagrimosos y su mirada triste.
Tanto las adoradas vestidas de negro como la Virgen Dolorosa hoy vienen a mi mente como las vividas y madres de aquellos hijos encarcelados por inmigración, los deportados, las madres y viudas de la procesion de un Viernes Santo y doloroso que ahora tienen a sus hijos con miles de cruces marcadas cerca de las fronteras pues fallecerán en los desiertos de México, en agonía, con hambre y sed de justicia buscando una nueva oportunidad de vida. Las viudas de la Iglesia Católica igual lloran por sus hijos(as) abusados o maltratados. ¿Cómo sufre una madre cuando pierde un hijo? Sufre angustiada por la incertidumbre. ¿Dónde estará? ¿Cómo estará? ¿Le hará pasado algo? ¿Estará en peligro? ¿Lo habrán raptado? ¿Estará enfermo o llorando?
Pues imaginemos a María, la más sensible de las madres, la más responsable, la más cuidadosa y resulta que no encuentra a su hijo. A María se le ha extraviado el Mesías, se le ha perdido Dios…que apuro el de María.
Hoy en nuestra sociedad encontramos en cada madre el rostro de María, La Virgen Dolorosa. Mira, observa y contempla el rostro de la Dolorosa y en él verás el rostro de tu Madre porque hoy como la viuda, la Iglesia llora por tu ausencia.
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