Rev. José Eugenio Hoyos
Hemos empezado con mucha devoción y fe la celebración del triduo pascual: Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado de gloria. Hoy en muchas partes del mundo los sacerdotes iremos a las catedrales a participar de la Misa Crismal con nuestros Obispos donde aprovechamos la ocasión para renovar nuestros votos: Pobreza, castidad se consagran los Santos Oleos, es decir las aceites que se emplean luego en los diversos sacramentos: el bautismo, la confirmación, la ordenación sacerdotal y la unción de los enfermos.
La consagración de las Oleos se celebra precisamente este días para indicar que todos los sacramentos nos relacionan con el misterio pascual de Jesús y que todos los sacramentos tienen su culmen y centro en la Santa Eucaristía. En el atardecer en todas las Iglesias de una forma festiva y solemne se realiza la Eucaristía acompañada del laboratorio de los pies. En ese instante se recuerda la humildad y sencillez que realizo Jesús al lavarle los pies a todos sus discípulos, diciéndoles que ellos se los deben lavar unos a otros “en verdad les digo que el siervo no es más que su señor, ni el enviado más que quien lo envío” (San Juan 13, 16) y el sacerdote en la liturgia lava los pies a doce parroquianos.
Siempre en este Jueves Santo recordamos al Papa Juan Pablo II que dentro de su humildad repetía este signo no solo lavándoles los pies sino besándoselos. Dentro de su enfermedad Juan Pablo II pedía que quería celebrar esta Eucaristía de Jueves Santo no importando su precaria salud. La Iglesia, celebra en la Eucaristía durante el curso del año todos los misterios de la vida de Jesús, se apega hoy al recuerdo de la institución misma de este sacramento inefable y del sacerdocio Catolico. Ojala nadie se quede sin participar de este Ágape Eucarístico de este festín de la caridad. No dejemos de ir a recibir este jueves Santo la Sagrada Victima que se inmola en el altar y así cumpliremos santamente con nuestro deber Eucarístico.
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